Con una gran energía y entusiasmo, que son claramente perceptibles en su forma de hablar, Juan José Madrigal Sánchez narra sus experiencias en el campo científico en el Centro de Investigación en Hematología y Trastornos Afines (Cihata) de la Universidad de Costa Rica (UCR), las cuales complementa con su labor docente en Medicina, su tesis de posgrado y sus planes para ir a Alemania a estudiar su doctorado.
Este herediano vive feliz de ser investigador universitario y afirma que tiene el mejor trabajo del mundo y que en el laboratorio se siente en su charco.
De adolescente creyó que estudiaría biología marina, siguiendo su interés por el buceo, el cual practicó por más de cuatro años, hoy no tiene ninguna duda de que hizo lo correcto cuando decidió matricularse en la carrera de Microbiología.
Con los años de estudio y de trabajo ha podido comprobar que la recomendación que le hicieron en el Centro de Orientación Vocacional Ocupacional (COVO) de la UCR fue muy acertada, porque aunque él insistía en la Biología Marina esto era más un interés como pasatiempo y no como carrera profesional.
Hoy, con 30 años de edad, se prepara para defender su tesis de Maestría en Microbiología y Química Clínica, en el mes de noviembre próximo. Para este requisito académico realizó una investigación sobre tres polimorfismos que se asocian con algunas complicaciones de la diabetes en población costarricense y nicaragüense. De dicho proyecto pretende obtener prevalencias intrapoblacionales e interpoblacionales.
Juan José reconoce que desde siempre le han gustado la ciencia y la química en particular. “En el colegio aunque me gustaba mucho la Biología, me iba mejor en Química, realmente se me hacía muy fácil e incluso hice el examen de Bachillerato en Química, no en Biología”.
Considera que su curiosidad innata se satisface con su carrera porque tiene una base muy fuerte de investigación y porque hay que estar siempre al día con lo último, con lo más novedoso.
“La carrera me despertó un gran interés, conforme avanzaba en el estudio y me ha ido gustando más y más. Literalmente estoy en mi charco, he aprendido mucho de diferentes aspectos de la Biología, solo que a otro nivel, como es la Micología, la Virología, etc”.
Siendo niño vivió tres años en Brasil, en donde hizo sus primeros años escolares, mientras su padre realizaba sus estudios de posgrado. Concluyó su primaria en la Escuela Joaquín Lizano Gutiérrez, en Heredia y los secundarios en el Colegio Claretiano.
Le agradece a la Dra. Lizbeth Salazar el que le diera la oportunidad de trabajar en el Cihata, en donde ingresó como asistente en el 2004 y empezó alimentando bases de datos y lavando cristalería y hoy es el microbiólogo regente. Además es profesor en la Escuela de Medicina, en donde se encarga de cursos de servicio para estudiantes de Microbiología, Medicina, Odontología y Terapia Física.
De su experiencia de diez años en el Cihata rescata el replanteamiento y la transformación que ha tenido ese centro, para trabajar a partir de equipos multidisciplinarios, que hagan un abordaje mucho más integral y de mayor impacto para los pacientes, como se hace en el primer mundo.
Citó el trabajo que han realizado en coordinación con la Clínica del Envejecimiento y la Memoria y con la sección de Patología, ambos del Hospital San Juan de Dios, para el estudio de alzhéimer y del cáncer de colon, así como el trabajo conjunto con la Clínica de Espina Bífida del Hospital Nacional de Niños.
Madrigal concluyó una investigación en cáncer de mama, en la cual descartó la interferencia de algunas regiones de los genes BRCA en el padecimiento de cáncer de tipo hereditario, en la población costarricense.
Según dijo el centro continuará realizando colaboraciones con el Hospital San Juan de Dios, en donde está ubicado, y desarrollará además los proyectos de trombofilias, coagulación, talasemias, drepanocitosis e incursionará en sus mutaciones.
Juan José resalta la gran mística que tiene el equipo que conforma actualmente el Cihata, con cuatro microbiólogos con edades promedio de 28 años, quienes hacen docencia, investigación y acción social, tienen una visión diferente y se proponen todos cursar estudios de doctorado.
Está encantado de participan en un TCU que coordina su compañera María José Suárez, con giras estudiantiles a diferentes comunidades. “A mí el TCU me ha enseñado mucho y a los estudiantes también. Es impagable la cara de la gente retribuyendo con agradecimiento el conocimiento que adquieren gracias a las labores que realizan los estudiantes”, expresó.
Ahora cumple con los últimos trámites para irse en abril del 2015 a hacer el doctorado en Bonn, Alemania, en el tema de la hemofilia y sus mutaciones.
Esa es la gran meta que me puse: “quiero tener mi título de doctorado pero para volver al país, yo soy crítico de la fuga de cerebros, aquí a uno lo necesitan y hay que regresar a servir”, manifestó.
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