Los desastres ocurren desde que el ser humano pobló el planeta. Según el punto de vista psicológico, un desastre no es solamente el momento en que ocurre la emergencia, tal como lo entendemos, sino que es un proceso, tiene un antes, un durante y un después.
Así explica el Dr. Alexis Lorenzo Ruiz, experto cubano en atención psicosocial durante desastres y emergencias, el concepto de desastre o crisis debido a fenómenos naturales y sociales.
Con formación en psicología clínica de la salud y psicología social de la Universidad de La Habana, Lorenzo fue invitado por la Brigada de Atención Psicosocial en Emergencias y Desastres y el Trabajo Comunal Universitario Gestión del riesgo en comunidades amenazadas de la Escuela de Psicología de la Universidad de Costa Rica (UCR) a compartir sus experiencias en el país. Se reunió con estudiantes, especialistas de diversas disciplinas y de la Comisión Nacional de Prevención de Riesgos y atención de Emergencias (CNE) y dictó charlas sobre cómo se concibe la atención psicosocial en situaciones de emergencia. La visita se enmarca en un convenio de intercambio académico entre la UCR y la Universidad de La Habana, en Cuba.
El Dr. Lorenzo nos concedió una entrevista, sobre la cual les presentamos un resumen.
-Partimos del reconocimiento, el respeto y el apego de la memoria histórica, el aprendizaje y los saberes de las comunidades. El precepto teórico es un enfoque apegado a la ética y a las Ciencias Sociales que estudia y valora el comportamiento humano. También hay que incorporar las consideraciones teóricas y metodológicas de las disciplinas que estudian todo lo relacionado con las emergencias y los desastres. Mi comprensión en este campo viene de la práctica. Comencé en los años 90 aplicando el modelo de acompañamiento psicosocial que existe en Cuba en la salud, la educación y la cultura. Posteriormente interactué con colegas de varios países, entre estos México. Mi encuadre teórico es humanístico, ético, apegado a la investigación y a la comprensión de la preparación y el entrenamiento histórico-cultural en el tema de las personas, instituciones y comunidades.
-El enfoque de la gestión del riesgo tomó mucha fuerza a partir de los años 90 desde el sistema de las Naciones Unidas, con el desarrollo de una estrategia internacional de reducción de desastres. No todos nuestros países tienen el necesario y esperado modelo de gestión del riesgo. Hay mucha información y comunicación, pero existe poca conciencia. Este enfoque requiere un tránsito a acciones mucho más integradoras a cada contexto social. La percepción de la gestión del riesgo no va a avanzar mientras no tenga un aterrizaje al contexto de cada persona y de cada comunidad. Por eso es que las personas lo perciben como algo que puede pasar, pero que a mí no me va a afectar. Eso se llama el mito de la invulnerabilidad. Este enfoque ha estado muy permeado por la prevención y la promoción, que destaca con detalle los riesgos, las amenazas, las vulnerabilidades, lo cual se resume en las posibilidades de afectación. Pero el ser humano en el 2014 ya está abrumado de todos los posibles daños.
Lo psicosocial va a la experiencia y a las prácticas cotidianas de las comunidades para que sus saberes, creencias, representaciones sociales y todo lo que hacen para cuidar su vida durante una erupción, sequía y ahora con el ébola, lo hagan más consciente y puedan compartirlo.
- El desastre no es el durante, es un proceso: antes, durante y después. Debido a muchos factores, seguimos pensando en el desastre cuando acontece. ¿Qué es un desastre o una emergencia a nivel psicológico? No es el volcán, el huracán o el ébola. Esas son situaciones que por sus características, magnitud, repercusión directa o indirecta son percibidas como eventos que generan crisis, caos, conflictos y se convierten en desastres cuando desbordan la capacidad de comprender y, sobre todo, de afrontar. El huracán, la sequía o el terremoto no son el desastre, sino el proceso de interacción con esos eventos.
Si la comunidad se prepara, activa su experiencia y se acompaña, se va a minimizar el impacto de estos eventos, aunque siempre va a haber un impacto. Pero no como lo enfoca la gestión del riesgo, que dice que van a haber daños y no visualiza explícitamente qué hacen las personas. Esto lleva al mito de que yo como persona no puedo hacer nada y nos quedamos con las manos cruzadas esperando a que venga el gobierno, Dios o alguien de afuera y nos ayude. Con esto se revictimiza a las personas.
Muchas metodologías o enfoques son hechos desde lo macrosocial o lo teórico y no contemplan la práctica. El resultado es que en una situación de emergencia se hablan idiomas diferentes y ocurre el caos. Si desde antes de un desastre se hacen mapas de gestión del riesgo y se conocen las vulnerabilidades, también deben existir programas y protocolos de preparación que caractericen todos estos fenómenos, incluyendo las particularidades psicológicas y sociales; es decir, qué hacemos generalmente ante estas situaciones que nos favorece un comportamiento más adecuado.
-Existe un mito de que los problemas psicológicos son emocionales. Por eso es que muchas de las metodologías van dirigidas a lo que se llama el falso consuelo: ‘tranquila, yo sé cómo se siente usted, yo voy a estar con usted’. El problema no es solo emocional. El tejido psicosocial tiene distintos componentes: el cognitivo, que se refiere a la cosmovisión, cómo me comprendo a sí mismo y a lo que me rodea. Cuando hay un cambio, como ocurre en situaciones de desastre, antes de lo emocional está lo cognoscitivo, ese proceso de autorreconocerme y de cómo interactúo con esta capacidad.
Otro componente es lo emocional, una de las tantas formas de responder a ese proceso de razonamiento y de valoración. Lo otro es como usted interactúa, su sistema de relaciones; estas no son automáticas, se forman a lo largo de la vida. Sobre esto insistimos en la experiencia de la comunidad porque esta tiene mucho que compartir y enseñar. Aquellas familias más unidas y estructuradas, en donde existe una cultura del debate, de la comunicación y comparten los roles, mantienen esa misma dinámica durante los desastres, porque se prepararon.
De allí la importancia que los medios de comunicación y el sistema educativo contribuyan con una cultura de prevención y preparación.
-La universidad es muy importante. El tema que nos ocupa no se estudia en ninguna universidad del mundo, por suerte, porque todas las disciplinas deben incorporar a nivel horizontal en sus programas curriculares lo que cada profesión y ciencia hace en la vida cotidiana y como eso se transforma en las emergencias y desastres. Lo psicosocial debe estar en cada una de las profesiones, no solo en la Psicología, porque lo más importante es el ser humano y no hay nadie en el planeta Tierra que diga: ‘yo estoy exento de estar vinculado a las emergencias y los desastres’.
Además, las universidades deben tener programas que preparen a los estudiantes, siguiendo la lógica curricular hacia estas ideas y experiencias.
- Máxima. En el 2014 somos adictos a las nuevas tecnologías. La cosmovisión de las nuevas generaciones es totalmente diferente a la nuestra. Ellas viven a través de la tecnología. Nosotros lo hemos aprendido. Hoy mamá se comunica con su hijo que está en el mismo cuarto por medio del teléfono celular. Eso lleva a un deterioro cognitivo, a un cambio de la afectividad humana, y por ende, el sistema de relaciones ya no es el mismo. Y cuando ocurren los desastres, generalmente las nuevas tecnologías desaparecen por un tiempo porque también reciben el impacto. Por lo tanto, los sistemas de preparación ante un desastre deben utilizar las nuevas tecnologías teniendo en cuenta las particularidades de cada comunidad.
-Se diseñó una metodología de comunicación social para situaciones de emergencia y desastre, que forma parte del Sistema de Medidas de la Defensa Civil de Cuba y comprende funciones y tareas de los sistemas nacional, provincial, municipal y local. Está diseñada en sentido general con el enfoque de gestión del riesgo y, sobre todo, con el enfoque psicosocial: los factores protectores, eso que sabe hacer la persona y lo hace bien, y la resiliencia, esa experiencia que las personas desarrollan y practican.
- Mi primer objetivo es reconocer, admirar, respetar y resaltar. Que la comunidad costarricense sepa que aquí hay experiencias y profesionales que llevan más de 25 años trabajando en comunidades. Para mí era importante tener un contacto personal, lo cual no se logra con Internet y las redes sociales.
El segundo cumplir un acuerdo de cooperación y de intercambio académico entre la UCR y la Universidad de La Habana.
En tercer lugar, discutir en conjunto lo que estamos haciendo y que todavía podemos hacer mejor, y cuarto, trazar estrategias de cooperación e intercambio desde el ámbito universitario para la UCR, para Costa Rica y para América Latina.
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