El episodio de la utilización de armas químicas contra la población civil Siria el 21 de agosto de 2013 volcó los ojos del mundo en el conflicto que ya lleva más de 110 mil muertos y tres años de enfrentamientos entre rebeldes y el régimen oficialista, una dinastía que ha reinado en las últimas tres décadas.
Para explicar los orígenes de este conflicto y la situación que se desencadenó luego de los ataques con un agente químico, el experto M.Sc. Sergio Moya Mena, quien es profesor de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR) y coordinador del Centro de Estudios de Medio Oriente y África del Norte de la Universidad Nacional (UNA) ofreció la conferencia “Situación actual en Siria” organizada por el Decanato de Ciencias Sociales, en el miniauditorio de dicha facultad, el 18 de setiembre.
El M.Sc. Moya explicó que el conflicto tuvo sus orígenes en el 2011 con la primera rebelión espontánea contra el régimen de Bashar al-Asad, quien heredó el poder de su padre en el año 2000. La respuesta represiva contundente de parte del gobierno y sus aparatos de seguridad generó una reacción violenta por parte de los grupos opositores y a partir de ese momento la guerra se extiende por toda la geografía Siria, haciéndose más compleja a medida que diversos grupos entran en juego.
En su opinión, la guerra siria se ha convertido en un espacio de múltiples luchas de grupos de diferentes nacionalidades y denominaciones religiosas, donde la oposición está sumamente fragmentada. Se estima que existen hasta 1.800 grupos que actúan, pero se reconoce tres grupos importantes: el Consejo Nacional Sirio, una coalición de diversos grupos políticos que cuenta con el respaldo de países europeos y de la región, el Ejercito Libre Sirio y los Comités de coordinación local.
Los sectores que han tenido mayor protagonismo son los que tienen una propuesta islamista yijaidista, conformados en buena parte, por extranjeros que vienen de Túnez, Egipto, Marruecos, Argelia, Irak, España, Turquía y han visto una oportunidad de llevar a cabo una guerra en nombre de sus agendas políticas y religiosas. Estos grupos extremistas son lo que le han generado más perdidas al gobierno y sus aparatos de seguridad, y si la guerra continuara estos sectores podrían tener un margen de maniobra política más amplio, según el analista.
Además, opina que el conflicto se internacionalizó tempranamente, dejó ser una disputa entre los sirios para convertirse en un ajedrez en el que intervinieron rápidamente las potencias mundiales como Rusia y los EE.UU. y regionales como Arabia Saudita e Irán. Moya asegura que en este caso se repite una constante en la historia de los pueblos árabes, donde las aspiraciones de libertad y emancipación de los pueblos chocan con la política real que busca privilegiar el interés geoestratégicos de las potencias. Por eso, considera que el desenlace del conflicto no va a pasar necesariamente por la voluntad de los actores locales.
El conflicto sirio no es una guerra religiosa, en criterio de Sergio Moya. Sin embargo, considera que dada la composición religiosa y étnica de Siria el elemento religioso ha llegado a tener cierto protagonismo. En términos religiosos el país está conformado por más de un 85% de musulmanes, de los cuales el 75% son Sunitas y entre el 11% y 13% son de la secta Alauita, a la cual pertenece la familia real y los grupos de poder. Este empoderamiento de los alauitas ha generado rencores de carácter étnico con los sunitas.
Otro 10% de la población corresponde a cristianos de múltiples denominaciones, en su mayoría ortodoxos, cuyos líderes se opusieron a la intervención de los Estados Unidos por temor al recrudecimiento del conflicto. Su lectura es que estos últimos temen que la posible caída del régimen, lo cual permitiría la llegada de algún grupo extremista que impida la tolerancia religiosa que hasta el momento ha garantizado Al Asad.
Según el analista, en alguna medida el régimen ha sacado provecho de los temores religiosos de las minorías para usarlos de manera arbitraria para generar rencores y presentar a la oposición como hegemonizada por el sector extremista, el cual podría instaurar un régimen que impida la tolerancia religiosa. En alguna medida esto provoca un problema adicional al conflicto.
Muchos países y actores políticos foráneos tienen intereses en la región, pero el que ha cobrado mayor protagonismo en las últimas semanas es Rusia, encabezada por el mandatario Vladímir Putin. La relación estratégica entre Siria y Rusia se remonta a la guerra fría y actualmente mantienen importantes relaciones económicas que incluyen: exportaciones, inversiones y comercio de armas. Además la única base naval que le queda a Rusia en la región está en el mediterráneo sirio, según los datos presentados por el analista.
Por su parte, Estados Unidos se enfrenta al fenómeno de las revueltas árabes que implican una toma de posición y mantener intereses geopolíticos en la región. Obama en forma temprana dijo que había líneas rojas que no se podían cruzar y una de ellas es el uso de armas químicas. Para Moya, la carta moral y humanitaria se esgrime como un argumento para justificar el ataque, como también se utilizó para atacar a Serbia y a Libia en años recientes, para encubrir agendas geopolíticas.
Explicó además que Irán, que es un país persa, tiene una relación histórica con Siria que se fundamenta en intereses geopolíticos, pese a sus diferencias culturales y religiosas. La alianza entre Irán, Siria y Hezbolá en Líbano, conocida como el eje de la resistencia, constituye una coalición militar frente a los intereses de Estados Unidos, Israel y otras potencias occidentales en la región.
En este escenario la caída de Bashar al-Asad en Siria implicaría un fuerte golpe geopolítico para Irán, por lo que los iraníes han apoyado con créditos, petróleo y armas durante el conflicto que ha destruido la mitad de la industria siria, se han perdido 2.5 millones de puestos de trabajo y ha generado una inflación del 200%.
Un sorprendente giro político permitió a los rusos encontrar una salida diplomática temporal para el conflicto en Sirio, logrando principalmente detener la acción militar de los Estados Unidos contra el régimen oficial de Bashar al-Asad, a cambio de que entregue su arsenal químico durante el 2014.
A juicio de Moya, Putin emerge como el gran articulador de esta salida temporal, logrando una victoria geoestratégica y diplomática de Rusia que entra de nuevo como un actor importante en el escenario internacional. Esto fortalece sus intereses en la región, así como los de Bashar Al Asad e incluso los de Irán, cuyo único aliado en la región es Siria.
En su opinión, el episodio de Siria es un ejemplo claro del interés de las potencias en redefinir el Medio Oriente de acuerdo con los intereses geopolíticos occidentales, lo cual ha sido una constante en la historia de la región. La estrategia ha sido propiciar cambios de regímenes en países como Irak, Libia, Egipto y otros como Siria, Somalia e Irán.
Acotó que diversos analistas han señalado que esta guerra representa la posibilidad de deshacerse de uno de los engranajes de eje de la resistencia para luego enfocarse en el eslabón principal que es Irán, un país que tiene una excelente situación geopolítica, tiene las cuartas reservas más grandes de petróleo y es el segundo en reservas de gas del mundo.
Al valorar la situación actual del conflicto a lo interno de Siria, Moya opina que desde el punto de vista militar hay un empate, porque ni el gobierno con todo su arsenal militar ha sido capaz de derrotar a los rebeldes a corto o mediano plazo, aunque si puede escalar el conflicto, tiene poco margen para reclutar más soldados y milicianos. Siria sigue marcada por una disputa por los territorios, el régimen controla áreas estratégicas alrededor de Damasco, en la frontera con Líbano, en la costa mediterránea donde están los puertos y las áreas más ricas.
A su juicio, no se prevé una salida militar al conflicto en el corto plazo, lo único que podría alterar el equilibrio sería una intervención extranjera que en el contexto actual es improbable. Las rivalidades y los odios internos han llegado a tal extremo que sería muy difícil un proceso de reconciliación en el futuro, un escenario factible sería un proceso de balcanización del país, es decir, la división del territorio entre los Sunitas, Alauitas y los Kurdos que sacarían provecho. “Es un futuro bastante incierto y trágico a merced de intereses que trascienden en muchos los intereses de los sirios” concluyó el M.Sc. Sergio Moya.
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