La Dra. Jurgenne Honculada Primavera, oriunda de Filipinas, ama a los manglares y ha dedicado gran parte de su carrera científica a conocerlos y protegerlos. En su visita a la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica (UCR), Primavera resaltó la necesidad y la importancia de conservar estos ecosistemas húmedos.
La especialista labora en el Departamento de Acuacultura del Centro para el Desarrollo Pesquero del Sudeste Asiático, en Filipinas. Es autora de libros, de 90 artículos científicos y coautora de 42. Además, ha recibido 28 premios y numerosas distinciones, entre ellas el Doctorado de Filosofía honoris causa de la Universidad de Estocolmo en 2004.
A continuación un resumen de la entrevista que concedió a la Oficina de Divulgación esta experta filipina en manglares:
¿Cuál es la importancia de los manglares para la sociedad?
A los manglares, por mucho tiempo, no se les ponía valor, porque son tierras húmedas, con mosquitos, que no les gustaban a las personas. Ahora tenemos un valor para cada uno de los usos que tienen. El número uno es la protección de las costas, especialmente ahora que el cambio climático genera tormentas más severas. También protegen de tsunamis. Ese es un 80 % del valor total de los manglares, que oscila entre $10 000 a $20 000 por hectárea por año.
En segundo lugar, tienen mucha importancia para las pesquerías, porque los manglares son las guarderías de los peces pequeños. Además, los mangles pueden ser usados como madera, si se cultivan. También tienen una función para el control de la erosión y de las inundaciones.
Los manglares capturan carbono de cuatro a cinco veces más rápido que el bosque terrestre. Esto porque en los manglares, la capa en la que no hay oxígeno es muy gruesa, y si no hay oxidación, la materia orgánica se mantiene y el carbono también. Pero en el bosque terrestre esa capa es pequeña, por lo que la captura de carbono también es pequeña. Así que cuando se corta manglar para hacer pesquerías, se pierde lo que captura el árbol vivo, pero también se libera el carbono que está guardado en esa capa.
¿Trabajar con las comunidades en la protección de los manglares cambió su perspectiva?
Es difícil responder porque mi abuelo era pescador, así que tengo ese antecedente. Al mismo tiempo, yo era una científica haciendo investigación en acuacultura, así que uno sí tiene una perspectiva diferente. Incluso cuando estaba haciendo investigación, escribimos un libro sobre las especies de mangle en Filipinas y en el trabajo de campo visitamos muchos manglares. A veces veíamos una especie y decíamos: “qué mangle más hermoso”, pero el pescador diría: “yo no puedo hacer dinero con ese árbol”, esta es la perspectiva de tener una familia que alimentar. Así que no es hacer ciencia por la ciencia, sino que debe desembocar en la tecnología que ayude a las comunidades a darles la capacidad de proteger los manglares.
¿Con qué tipo de tecnología se puede lograr eso?
Se tienen que encontrar maneras de que los pescadores puedan tener sustento. Por ejemplo, los mariscos son ingresos para ellos y para colectarlos deben tener manglares sanos. Es importante porque les significa un ingreso y tienen comida, es su seguridad alimentaria. También hay otros productos como miel de los mangles. En Indonesia, hay un tipo de mangle con el que producen té y lo venden como producto orgánico. En Sri Lanka hay frutos de mangle que les gusta mucho a los niños porque son muy jugosos, entonces una cooperativa fue capacitada por tecnólogos de alimentos para extraer la pulpa y vender el jugo envasado. También hay otras especies con las que hacen decoraciones con las hojas secas.
Si se tienen manglares sanos, se puede hacer ecoturismo. Se pueden crear ecoparques manejados por los pescadores y poner senderos para los turistas. Hay regulaciones y se cobra entrada a los turistas. Aquí es donde se necesita la ciencia para el desarrollo del ecoparque, y la ciencia viene de los científicos y de la academia. En el caso de mi proyecto, yo puse la ciencia, pero también trabajamos con una organizacón, con la gente que estaba ahí. También obtuvimos el apoyo del gobernador (alcalde). Entonces tenemos cuatro elementos: ciencia-academia, organizaciones, la comunidad y el gobierno local.
¿Cuáles son las similitudes y diferencias entre los manglares filipinos y los costarricenses?
En términos biológicos, muy diferentes, porque aquí está el “nuevo mundo”, son los neotrópicos, nosotros somos el “viejo mundo”, con una diversidad mayor. En Filipinas tenemos unas 40 especies de mangle y en los neotrópicos tienen unas diez especies. Pero también porque en el “viejo mundo” hemos estado por más tiempo, así que la acuacultura tiene más tiempo, hay más población, hay más degradación ambiental. Ahora que fuimos al Humedal Nacional Térraba-Sierpe, en Osa, vimos que existen 14 000 hectáreas de manglares protegidos. Yo pensé que eso nunca lo veré en Filipinas, porque allí el modo de vida es la acuacultura y toda esa área de manglar estaría convertida en estanques camaroneros.
¿Qué podríamos aprender de la experiencia filipina y la relación acuacultura-conservación?
Costa Rica está en una buena posición, porque ustedes todavía tienen manglares que conservar. Las lecciones que pueden aprender de Filipinas es cómo hemos desarrollado los ecoparques y también hay algunos proyectos de rehabilitación con los que tenemos muchas experiencias. Estas experiencias están desarrolladas en un manual que estoy dejando en la biblioteca (de la Escuela de Biología) para que las personas interesadas puedan consultarlo.
Otra cosa que Filipinas puede compartir con Costa Rica es la acuacultura. Nosotros necesitamos acuacultura y no podemos decir “no toquen los manglares”. El problema es que hemos cortado manglar, pero podríamos usar una parte y conservar la otra. Hay un artículo que recomienda una relación de cuatro a uno: cuatro hectáreas de manglar por una hectárea de acuacultura.
Desde su experiencia en Filipinas, ¿cuán cercana es la relación entre el desarrollo socioeconómico y las posibilidades de conservar la biodiversidad?
Es un desarrollo falso, porque es desarrollo versus ambiente, cuando no debería ser así, debería ser integrado. Para los políticos es muy fácil sacrificar la biodiversidad porque no ven dinero ahí ni tienen conciencia ambiental.
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