El 1% de las empresas más ricas del mundo hace sus fortunas sobre la base del trabajo esclavo, de la marginación social y de la especulación financiera. El producto bruto financiero mundial es cinco veces mayor que el producto bruto real y está formado por operaciones irreales.
En Estados Unidos, 400 personas acumulan más riqueza que 150 millones de estadounidenses. Hace 30 años, el 1% más rico tenía el 9% del Producto Interno Bruto (PIB) de este país, ahora tiene el 30% del PIB. La administración Bush logró eliminar el impuesto para las grandes fortunas, por lo que en la actualidad las compañías más poderosas están pagando cero impuestos.
Estas cifras describen la desigualdad en el mundo, uno de los temas de estudio del científico social Dr. Bernardo Kliksberg, quien recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Costa Rica (UCR), concedido por sus aportes al pensamiento actual en temas como la pobreza, la gerencia social, el emprendedurismo social y la ética para el desarrollo.
Kliksberg es uno de los mayores expertos internacionales sobre la lucha contra la pobreza y asesor principal del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de América Latina y el Caribe.
Es autor de 55 obras y de trabajos sobre diversas áreas del desarrollo. Ha compartido escritos con el Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, y ha asesorado a más de 30 países en alta gestión, incluyendo a presidentes y a organizaciones empresariales y de la sociedad civil.
La máxima distinción que otorga la UCR fue entregada al Dr. Kliksberg en una ceremonia solemne del Consejo Universitario, con la presencia del rector, Dr. Henning Jensen Pennington, así como de otras autoridades universitarias, de docentes y estudiantes.
De acuerdo con el economista, administrador y sociólogo argentino, reconocido como una autoridad en el área del capital social, el mundo se debate en un momento paradójico, ya que nunca antes como ahora el ser humano se ha beneficiado de los avances científicos y tecnológicos, pero al mismo tiempo enfrenta “problemas éticos gravísimos”.
En su disertación titulada Los desafíos éticos de nuestro tiempo, Kliksberg se refirió a lo que él llamó “los siete escándalos éticos” que mantienen al mundo dividido entre una minoría que más tiene y una mayoría pobre y excluida.
El académico analizó los problemas del hambre, del acceso al agua potable, de la falta de instalaciones sanitarias, la discriminación contra las mujeres, la exclusión masiva de jóvenes del empleo y la educación, los efectos del cambio climático y la desigualdad social.
El Consejo Universitario, en su sesión No. 5722 del 14 de mayo del 2013, aprobó la propuesta de la Facultad de Ciencias Económicas de concederle el reconocimiento a Kliksberg, al considerar que el científico social “ha encabezado internacionalmente la renovación del pensamiento, la acción pública y empresarial, la cooperación internacional y la formación superior en áreas claves para el desarrollo, entre ellas la lucha contra la pobreza, la responsabilidad social corporativa, la gerencia social, la reforma del Estado, la alta gerencia, el emprendedurismo social, el fortalecimiento del voluntariado y la ética del desarrollo”.
En su elocuente discurso, el especialista sostuvo que “la pobreza mata” y que las causas centrales de este problema tienen que ver con la ética y con la forma en que está organizada la sociedad, no es producto de la naturaleza.
Actualmente hay más de 1000 millones de personas con hambre y un millón de niños mueren anualmente el día que nacieron. Esta realidad, Kliksberg la atribuye a la falta de acceso y no a la producción de alimentos, ya que una gran parte de la población del planeta no tiene ingresos suficientes para adquirirlos ni tampoco existe voluntad política para establecer regulaciones de los precios.
Otras necesidades básicas no cubiertas son agua potable e instalaciones sanitarias. Al respecto, el especialista afirmó que 900 millones de personas no tienen agua potable y casi el triple carece de inodoros.
“Es un tema de mal gusto, pero la gente se muere por eso. Las tasas de enfermedades gastrointestinales son feroces. Sus países y sus gobiernos han decidido que eso no es una prioridad como para invertir en la instalación de los sistemas de cloacas, desagües y saneamiento”, comentó.
En América Latina, esta realidad la viven diariamente 120 millones de seres humanos, que habitan en viviendas muy precarias. “En México –detalló–, la doceava economía del mundo, este es uno de los problemas centrales para buena parte de las personas de las zonas rurales”.
Otra situación por la cual están muriendo más pobres es el cambio climático, aseveró el experto. Dijo que los sectores de más bajos ingresos y los países más pobres son los más vulnerables frente a los fenómenos naturales.
Esto ocurre en contraste con la actitud de las grandes empresas que más contaminan y que “han decidido que el cambio climático no existe”, afirmó.
Este es un mundo muy difícil particularmente para los jóvenes y las mujeres, afirmó Kliksberg, quien citó datos recientes del periódico británico The Economist, según el cual 300 millones de jóvenes están fuera del trabajo y del sistema educativo en todo el planeta.
La prensa los llama los “nini”, mencionó, porque “ni estudian ni trabajan”, pero él les dice los “nono”, porque es la sociedad la que les volvió la espalda y los dejó sin oportunidades. “Esta es una cuartada semiótica que se inventaron”, opinó.
Asimismo, las mujeres, que alcanzan la mitad de la población mundial, siguen siendo víctimas de discriminación por razones de género, lo que se evidencia en las altas tasas de violencia doméstica, de femicidios y en los salarios menores a los de los hombres que perciben por igual trabajo.
Sin embargo, para el especialista “la pelea no está perdida” y se mostró esperanzado ante los resultados de políticas públicas emprendidas en países suramericanos como Uruguay, Argentina y Brasil, en donde se ha logrado reducir la pobreza extrema, el desempleo y la desigualdad.
“No es magia. Tiene que ver con un pueblo organizado, más participativo, con una sociedad civil más exigente, con un enriquecimiento de la democracia y del tejido social básico, que lleva a demandar más del liderazgo político y a su vigilancia permanente. Entonces aparecen políticas públicas de mayor calidad y audacia para la innovación”, concluyó.
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