Escrita sin mayores pretensiones, en tan solo cinco días, “Las fisgonas de Paso Ancho” se convirtió en una de las obras teatrales más conocidas del repertorio nacional. Hoy, 42 años después, Herminia, Carmencita y Marielena, los personajes creados por Samuel Rovinski, siguen revelando problemáticas urbanas, aún sin resolver.
Aunque Rovinski había escrito otros textos antes de esa pieza -la primera en 1960- aquella lo impulsó a tomar la decisión de abandonar la ingeniería civil y dedicarse de lleno al teatro. “Me di cuenta que la gente escuchaba lo que decía”, dijo Rovinski durante el VII Coloquio Literatura Costarricense, que le dedicó las jornadas de reflexión a su obra y trayectoria los días 22 y 23 de mayo, organizado por la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura y el Programa de Investigaciones Literarias (PRINLI), con la coordinación del profesor Jorge Chen Sham.
El encuentro sirvió para conversar con el novelista, dramaturgo y promotor cultural, que hoy a sus 80 años se declara retirado de las letras, pero ha llegado el momento de retomar sus placeres por la música, la lectura y ver crecer a los nietos, dijo don Samuel con un aire de realización personal que fue percibido fácilmente en un ambiente plagado de cordialidad y amistad durante el coloquio.
Don Samuel nunca imaginó que tras el estreno en 1971 de Las fisgonas de Paso Ancho, en la Escuela República de Haití, ubicada en ese conocido distrito josefino, su vida literaria daría un giro tan radical. “En absoluto, fue una obra sin pretensiones. Uno pasa por las manos de un director, como Alfredo Catania, al que siempre le estaré agradecido, que hizo una puesta que a mi me gustó”.
El arrollador éxito del Teatro Estudiantil Universitario, luego se convirtió en la publicación más vendida de la Editorial Costa Rica desde 1975, con una veintena de reimpresiones, se llevó a muchos escenarios, se hizo una serie televisiva y circularon unos pocos ejemplares de una historieta escrita por el propio Rovinski e ilustrada por el desaparecido Hugo Díaz. Para Rovinski, “Las fisgonas” cambiaron su vida, pero donde tuvo mayor impacto fue en la dramaturgia nacional, ya que por primera vez se llevaba textos escritos por costarricenses a los barrios.
Rovinski es hijo de inmigrantes judíos, nacido en San José y graduado de la Escuela Buenaventura Corrales y el Liceo de Costa Rica. Y pese a su doble bagaje cultural, su pluma denota que conoce a profundidad el ser costarricense. “En la escuela siempre sufrí persecución implícita, sobre todo por la educación religiosa. A mi no me importó, con la buena amistad de algunos me integré. Además, ¿qué es el ser costarricense? La identidad no existe como forma religiosa, se nace en un país y esa es nuestra identidad”. Aunque Fabián Dobles y Joaquín Gutiérrez fijaron una identidad del tico como campesino, actualmente solo un 10% trabaja en el campo, señaló el dramaturgo.
Además, no es de extrañar que “las fisgonas” tengan acento tico de cabo a rabo, porque recordó que “de niño vivía en un barrio, de manera que eso a uno se le va quedando. Un escritor debe ser un receptor de su sociedad y como tal, hay que saber manejar su lenguaje”, explicó Rovinski.
Poco ha cambiado desde que una noticia publicada en un medio nacional motivara a Rovinski para escribir Las fisgonas de Paso Ancho. “La agresión familiar y la intromisión de los medios en la vida privada de las personas con las noticias de sucesos, en los que exponen los dolores y tristezas de los que siempre sufren continúan…Llama la atención como una noticia llevada a la exageración puede provocar hasta catástrofes nacionales”, añadió Rovinski.
En las páginas escritas por Samuel Rovinski abunda la criticidad, los dilemas sociales y las denuncias de corrupción institucionalizada. Aunque él es conocido principalmente por sus “fisgonas”, de previo escribió otra pieza titulada El Laberinto, en la que aborda los criterios éticos científicos que deben guiar el trabajo de los investigadores. Aunque lo calificó como uno de sus fracasos teatrales, cree que el tema es más actual que nunca.
Algunas otras no han llegado a escena, como “Ahí viene el tren”, una obra musical basada en la construcción del Ferrocarril al Atlántico. “Por los manejos corruptos alrededor de ese negocio el país se endeudó muchos años por un ferrocarril que debió haber costado una décima parte de lo que cobraron. Tampoco la quisieron montar en su momento, así que pensé que para que seguir escribiendo teatro”, censuró con amabilidad el escritor. Igual suerte corrió su texto dramático Génesis, obra ganadora del Premio Editorial Costa Rica en 2006.
Con más de 50 años escribiendo ininterrumpidamente, Samuel Rovinski ha recibido múltiples premios en Costa Rica y su obra ha sido traducida a varios idiomas. Sin embargo, los asistentes al VII Coloquio Literatura Costarricense reprobaron que el Estado costarricense no le haya otorgado el Premio Magón.
Con respecto al tema, Rovinski dijo: “a mi no me molesta, no me preocupa. Los premios que uno espera es la respuesta del público y de los lectores. El Premio Magón es una responsabilidad de quien lo otorga, o sea, el Ministerio de Cultura. No creo que tengan nada contra mi, más bien es que hay mucho a favor de otros”, comentó.
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