En el consultorio odontológico existe riesgo de contagio bacteriológico, razón por la cual se requiere implementar barreras de bioseguridad y mantener un control estricto con muchos detalles para poder garantizar las condiciones óptimas, manifestó la Dra. Rita Marín Naranjo, microbióloga docente e integrante del Programa Macro de Investigación de la Facultad de Odontología de la Universidad de Costa Rica.
Además es la encargada de controlar la vacunación y los accidentes punzocortantes en la Facultad de Odontología En este sentido controla que los estudiantes cumplan con las vacunas obligatorias para el personal de salud, como son la hepatitis, la influenza, el tétanos y la varicela. También se encarga de aplicar el protocolo para atender accidentes.
La Dra. Marín, con ayuda de los estudiantes de último año de esa carrera, se ha dedicado a realizar diferentes estudios científicos en la Facultad de Odontología, durante una década.
Según lo comentó, la intervención de todas las personas que participan en este servicio le agrega riesgo a la labor, entre ellos el odontólogo, el paciente, la asistente dental, la secretaria, el técnico dental y la persona que limpia, así como todos sus núcleos familiares.
Una investigación sobre la cuantificación de microorganismos a partir de de los aerosoles que se expanden dentro de la clínica dental, efectuada en el 2003, reveló que es fundamental que las personas que permanecen en la clínica deben emplear gorros, cubre-bocas, anteojos, gabachas desechables, guantes y papel adhesivo sobre el equipo que se va a emplear en el consultorio.
Explicó que son muchas las bacterias que forman parte de esos aerosoles, especialmente la Streptococcus mutans, que genera caries dental.
Por otra parte investigó la calidad del agua que se emplea en las clínicas de la Facultad, a partir de 36 muestras tomadas de 18 lavatorios de los diferentes ambientes clínicos, así como los efectos del uso de un antimicrobiano denominado clorhexidina y la eficacia de los productos químicos que se venden en el mercado para esterilizar las brocas dentales en frío.
Los resultados obtenidos revelan que el agua que se emplea en los servicios odontológicos de la UCR cumple con los estándares de bioseguridad para la atención de pacientes.
Además confirmó que el uso de la clorhexidina como enjuague bucal antes y después del trabajo odontológico ayuda a eliminar buena parte de las bacterias de la cavidad bucal del paciente y es una excelente práctica. Esa investigación la ampliaron en diferentes etapas y pudieron determinar que la clorhexidina también ayuda en la asepsia de las impresiones odontológicas que envían al técnico dental para la elaboración de las prótesis.
Asimismo midieron la eficacia de los productos químicos que se venden en el mercado para esterilizar las brocas dentales en frío, con el objetivo de determinar si es posible minimizar el uso de la autoclave, pues no es un equipo muy amigables con el ambiente y afecta el filo de las brocas.
Esa investigación comprobó que los productos analizados (Esterident, Sterilix y Alcazime/Alcacide) son eficientes en la eliminación de Escherichia coli, Pseudomonas spp y Staphylococcus aurens cuando se usan por un tiempo de acción mayor a la que recomienda el fabricante. Aunque la recomendación es mantenerlos sumergidos por 10, 15 o 30 minutos, confirmaron que el tiempo es un factor determinante en la eficacia de esos productos.
Para los odontólogos es importante el factor tiempo, porque tienen que utilizar los implementos en cada paciente y deben estar seguros de que estén totalmente esterilizados.
La Dra. Marín comentó que después de la publicación de estos resultados muchos odontólogos del país emplean mucho más la esterilización en frío, porque el tiempo requerido para ello es menor al que demanda la autoclave (una hora).
Lo que no se investigó en este último trabajo es si esos productos son capaces de eliminar esporas, como lo hace la autoclave, razón por la cual recomendó efectuar nuevos análisis con especies de microorganismos más variadas.
Según informó para estos estudios obtuvo colaboración del Laboratorio de Aguas y Alimentos de la Facultad de Microbiología y de laboratorios privados, que les permitieron confirmar resultados.
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