El pincel va dando forma a lelias, lycastes, toritos, heliconias, robles de sabana, poros y gran variedad de especies más, mientras queda impreso en el lienzo el colorido del verano.
Enamorada de la naturaleza costarricense como ella misma se describe, la artista Cristina Fournier Beeche nos conduce entre plantas, flores y paisajes, en la exposición que presenta en la Galería de la Facultad de Bellas Artes de la UCR.
La muestra está conformada por treinta pinturas, la mayoría de ellas acuarelas, y algunos óleos, de pequeño y mediano formato, entre las que se pueden apreciar “Alegría en rojo”, “Reflejos junto al lago”, “Lelias de Guanacaste”, “Orquídeas en las montañas” y “Helechos y orquídeas”.
Para la artista Fournier, “la expresión más linda de Dios es la naturaleza de Costa Rica, sea en la playa, en la Meseta Central o en las montañas. He entrado en los bosques, visto las orquídeas, sentido la bruma, sentido el rocío, oído las ranas, y todo eso está en nuestro entorno”.
Este gusto por la naturaleza y en particular por las orquídeas, la heredó de su padre, Fabio Fournier, quien fue director del Club de Orquideólogos de Costa Rica por muchos años y, además, era pintor.
“Para mi las orquídeas son las hadas de nuestros bosques”, dice la artista, quien agrega que “conocí a don Carlos Lankester y cuando cumplió 80 años me dijo: Cristina ¿Cuándo vas a pintar mis orquídeas? Entonces yo le dije don Carlos no estoy preparada, pero yo le prometo que pintaré sus orquídeas, porque muchas de las especies están desapareciendo, con los bosques que también desaparecen.
En cuanto a su gusto por la acuarela, la pintora comenta que comenzó en Bellas Artes. “En esa época Margarita Bertheau y Quico Quirós eran los grandes de la acuarela en Costa Rica; don Quico con pinceladas muy libres y Margarita Bertheau con sus veladuras. Ambos me influenciaron mucho”.
Según expresa la acuarela es diáfana y en ella se siente el pulso del pintor, porque es la pincelada de acuarela la que queda, no se suaviza, no se esfuma, y parte del atractivo que tiene es que es muy directa y espontánea, o se hace bien o se rompe.
También indica que en su caso no dibuja con lápiz antes de pintar, sino que lo hace directamente con el pincel. “La composición yo la conformo en mi mente, antes de comenzar a pintar. Por ejemplo, en el caso de las orquídeas las pinto de la vida real, no imaginadas. Son retratos de orquídeas. Si bien no hago dibujo botánico, mis orquídeas son botánicas, porque se adhieren a la realidad botánica”, expresa la artista.
En cuanto a los colores, ella prefiere los fuertes, “porque estamos en el trópico”.
Cristina Fournier Beeche estudió pintura en la Facultad de Bellas Artes de la UCR “a mucho honor”, como ella manifiesta.
“Fui alumna de todos los grandes de Costa Rica que estaban en Bellas Artes en esa época. Era una escuela pequeña. Los profesores nos tomaban bajo su ala: a don Paco Amighetti, a don Abelardo Bonilla, a Hilda Chen Apuy, a todos ellos los vimos como a nuestros amigos y muchas veces veníamos después de clase y ellos nos invitaban a ir a sus casas, a prestarnos libros, a ver más arte y estábamos imbuidos dentro de la pintura”, evoca la artista.
Agrega que “después me casé y me fui a vivir a Nueva York, que en esa época era el furor del arte abstracto y yo no calzaba con todo aquello, porque para mi la expresión más linda es la naturaleza de Costa Rica. Las murallas de Nueva York no iban conmigo. Cuando volví a Latinoamérica y oí una bandada de pericos, dije bendito sea Dios que estoy otra vez aquí”.
Por eso para ella “no debemos olvidar el naturalismo, porque el naturalismo es nuestro entorno, es nuestra patria y es nuestra inspiración de todos los días”.
Cristina ha realizado más de 80 exposiciones en diversos países del mundo, y sus obras se encuentran en museos y colecciones privadas.
Su interés por la naturaleza y sus numerosos viajes la han llevado a pintar los campos de girasoles de Francia, los de lavanda en Provenza, y las amapolas de Holanda, Francia, España e Israel.
Entre los galardones que ha obtenido figuran el Premio Nacional de Cultura “Aquileo J. Echeverría” por su labor artística, en 1991; el Premio Áncora en Pintura, en 1979, y el título de Ciudadana Honoraria de la Ciudad de Nueva Orleans, en 1980.
Acerca de la pintora, el historiador del arte y curador, Carlos Guillermo Montero, comenta que “en lo Alto de Bello Horizonte, rodeada de su jardín y de sus hijos, vive la pintora Cristina Fournier, quien ha dedicado su vida al arte y especialmente al paisaje: Escazú, Santa Ana o el volcán Arenal son algunos de los sitios donde capta la belleza de las flores que representa con un estilo meticuloso. En otras ocasiones prefiere la esplendorosa floración arbórea, típica del verano, el color toma protagonismo, pero en todos los casos su interpretación de lo natural trasciende la copia para darnos un instante de lo transitorio”.
Una selección de esta exposición de Cristina Fournier se presentará a partir del lunes 29 de abril, en la Universidad para la Paz, como parte del proyecto de Exposiciones dentro y fuera del Campus Universitario Rodrigo Facio de la Escuela de Artes Plásticas.
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