El crecimiento del cultivo de piña en suelo costarricense ha sido vertiginoso, nocivo y descontrolado. Los problemas generados por agroquímicos y la concentración de tierras en manos de grandes compañías forman parte de los principales impactos socioambientales de esta actividad.
Así lo expuso el Lic. Mauricio Álvarez Mora, geógrafo del proyecto Kioscos Ambientales de la Vicerrectoría de Acción Social de la Universidad de Costa Rica (UCR). Álvarez participó como invitado en la lección inicial del Seminario Piñeras en Costa Rica: impactos ambientales, sociales y económicos, de la Escuela de Biología.
El especialista recordó que el ocaso de las plantaciones de banano significó la transformación de las empresas bananeras en empresas dedicadas a la piña. Estas compañías formaban parte de los principales morosos de la Caja Costarricense del Seguro Social quienes dejaron sus deudas sin saldar al transformar sus empresas.
La producción de piña se caracteriza por una gran concentración del capital: “Hay un número muy grande de plantaciones pequeñas, pero la mayoría de la producción se concentra siempre en grandes fincas”, afirmó el geógrafo. Álvarez explicó que el 96% de piña es producida por 31 empresas y afirmó que Del Monte maneja más de la mitad de la producción del país. Un 4 % de los pequeños productores venden su producto a las grandes compañías.
La expansión piñera ha sido incontrolada por parte del Estado, denunció Álvarez. Por ejemplo, el país no hace censos agrícolas sino monitoreos, por lo que las instituciones estatales no cuentan con cifras certeras sobre la cantidad de compañías piñeras. Así, los números que manejan el Ministerio de Ambiente, Energía y Mares (Minae), el Consejo Nacional de Producción y el Ministerio de Agricultura no coinciden.
Según Álvarez, el Minae y la Secretaría Técnica Nacional “no tienen mayor control” sobre los estudios de impacto ambiental. La mayoría de estudios que presentan las compañías se refieren a cambios en la infraestructura y no a las plantaciones. Muchas proporcionan el Diagnóstico Ambiental EDA, un instrumento voluntario, después de que la actividad está operando.
El Consejo Universitario de la UCR recomendó en 2008 una moratoria a la expansión piñera hasta que no se cuente con estudios de planificación y uso de suelos e instrumentos de gestión ambiental. Sin embargo, en marzo anterior la Sala Constitucional anuló el acuerdo del Concejo Municipal de Pococí, que declaraba la moratoria en este cantón limonense.
Mientras tanto, el proyecto Kioscos Ambientales continúa promoviendo esta figura a nivel local. Para Mauricio Álvarez, “una reivindicación básica es que se cumpla la ley”.
La empresa Del Monte creó el paquete tecnológico de la variedad de piña M2, que se siembra actualmente en el país. Fue después de la popularización de esta variedad que se dio el crecimiento masivo de la siembra de piña en Costa Rica.
La M2 es posible gracias al mejoramiento agronómico genético a través de selección. Sin embargo, las variedades creadas mediante este proceso funcionan en un ambiente determinado. Fuera de este ambiente, necesitan de una gran cantidad de insumos para ser productivas, explicó el Dr. Jorge Lobo Segura, docente de la Escuela de Biología y coordinador del Seminario.
Las piñas son seleccionadas para que tengan un color y un tamaño similar que sea aceptado en el mercado internacional. Esto significa que en el consumo nacional predomina el producto rechazado para la exportación. “Estas piñas (de rechazo) inundan el mercado, entonces no necesitan crear un producto para el mercado nacional cuando ya nosotros estamos acostumbrados a la mala calidad”, afirmó Álvarez.
Otra variedad de piña, la Montelirio, era la que nacía tradicionalmente en suelo costarricense y que ahora está reapareciendo en las ferias del agricultor. Se caracteriza porque es blanca, menos dulce y más pequeña que la M2. También tiene menos de la mitad de los químicos que la piña amarilla, pues está mejor aclimatada a la región.
Desde 2006 se ha registrado un crecimiento de los principales químicos que necesita la piña; el bromacil es uno de los que más consume la industria. Estos químicos causan problemas de contaminación en los ríos y recargas acuíferas; otros estudios también los han detectado en el polvo de comunidades con piñeras y en la orina de niños de la región de Baja Talamanca.
Muchos de los químicos se aplican en la corona de la piña para evitar malezas, debido a las medidas fitosanitarias de los países a los que se exporta y por sus leyes de bioterrorismo. Estas regulaciones y el afán por aumentar la productividad en áreas menores resultan en un aumento en el uso de plaguicidas.
Los rastrojos o desechos de la piña generan otra consecuencia negativa, debido a la proliferación de la mosca paletera (Stomoxys calcitrans) que ocasiona enfermedades en el ganado y en las personas. “Una hectárea produce alrededor de 700 toneladas de rastrojos”, señaló Álvarez.
Este seminario forma parte de un ciclo que la Escuela de Biología inició en 2012 para tratar temas de interés nacional. La Escuela ya ofreció un seminario sobre transgénicos y otro sobre la minería en Crucitas. Las clases son impartidas por invitados con experiencia en el tema y son abiertas a todo el público. Para participar es suficiente asistir al aula 180 de esa unidad académica en la Sede Rodrigo Facio de la UCR, todos los miércoles a las 4:00 p.m.