La primera novela publicada por el filósofo Jorge Jiménez, titulada “Soy el Enano de la mano larga-larga (novela alter-ego-maniaca)”, mereció el Premio Nacional de Cultura Aquileo J. Echeverría en la categoría de Novela del 2012.
El jurado calificador consideró que “se trata de una novela lúdica e inteligente, que mezcla de manera efectiva diferentes registros discursivos, a partir de un desdoblamiento narrativo que excede las convenciones de lo que representa la erudición y la cultura de masas, con un lenguaje rico en imágenes e intertextos.”
La novela está compuesta de pequeños relatos sobre un personaje imaginario (el Enano de la mano larga-larga) que habita en un submundo onírico sucio y decadente. En ella se presentan imágenes perturbadoras, densas y complejas que forman parte del “ámbito de lo visceral”.
El filósofo Jorge Jiménez, quien lleva más de treinta años de ejercer la docencia en la Universidad de Costa Rica, asegura que la premiada ha sido la obra y no él como autor. Además considera los Premios Nacionales como una forma de silenciar a las voces rebeldes y disidentes. “Lo que le interesa a los gobiernos es acercar y revestirse de una serie de figuras que le adornan el escenario de la dominación para hacerlo más potable” dijo al respecto.
En esta obra el autor pretende plantear una toma de posición desde la disidencia estética y ofrecer al lector más que una historia lineal “una experiencia de orden estético intenso”, aseguró Jiménez.
Para lograr ese efecto se vale de estrategias como el exceso retórico de puntuación, la utilización de términos construidos o inventados y un desarrollo fragmentario, en el cual las coordenadas habituales espacio-temporales se trastocan. Por tanto, se trata de un texto complejo, difícil de descifrar para quien lo lee.
Al respecto, Jiménez está convencido de que la literatura es un juego, que puede ser complaciente y que atonte al lector -como las novelas de autoayuda que venden en el supermercado- o retadora como en este caso, donde el lector se ve obligado a leer más de una vez. En su opinión, la literatura que reta permite al lector escarbar en sus traumas, anhelos y malestares.
Para escribir ésta novela, Jiménez se tomó más de diez años. Explica que los textos fueron surgiendo a manera de gimnasia mental para combatir el exceso de trabajo racionalista, mientras escribía su tesis doctoral sobre “Filosofía de ciudades imaginarias. Ficción, utopía e historia”. Se trató de un largo proceso en el que tuvo que superar la “sujeción neurótica al texto”, soltarlo y someterlo a un arduo trabajo de revisión, ajuste y articulación.
El carácter crítico, disidente e irreverente que puede palparse en esta novela, también lo expresó por más de una década, en los años noventa cuando publicó junto a otros entusiastas, la Revista Kasandra, donde se criticaba al Gobierno y la Iglesia. Entre sus publicaciones destacan los ensayos relacionados con los temas filosóficos que le apasionan: las vanguardias artísticas latinoamericanas y europeas del siglo XX, contraculturas y filosofía del arte y estética, así como crítica política y cultural.
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