En la actualidad las universidades afrontan el reto de brindar acceso y asegurar que sus estudiantes se apropien del conocimiento. Para lograr estas metas, es necesario que los profesores universitarios conozcan las estructuras cognitivas de los universitarios y de acuerdo a ello, organicen la enseñanza superior.
Esta fue la principal conclusión que planteó la teórica de la pedagogía, Dra. Araceli de Tezanos Castiñeiras, en la conferencia Disciplinas y saberes pedagógicos que impartió en su reciente visita a la Universidad de Costa Rica, coordinada por la Vicerrectoría de Docencia y la Red Institucional de Formación y Evaluación Docente (RIFED). La Dra. de Tezanos, de nacionalidad uruguaya, se ha especializado en Ciencias de la Educación así como en Ciencias y Letras Humanas, lo cual le ha permitido realizar investigaciones etnográficas en el área de Educación.
La experta afirmó que los docentes universitarios deben comprender las ideas y conceptos que tienen los estudiantes sobre un conocimiento determinado y cómo lo organizan, pues de lo contrario, los universitarios terminan adquiriendo conocimientos que se vuelven prescindibles.
“No podemos separar el desarrollo de la cultura del desarrollo de las estructuras cognitivas del ser humano, porque a medida que su pensamiento se va haciendo más complejo, su cultura se va haciendo cada vez más compleja… No se pueden entender las ciencias cognitivas sin entender de dónde salen las ciencias cognitivas mismas”, dijo la Dra. de Tezanos.
La teórica explicó que las universidades latinoamericanas son el resultado de los diferentes modelos universitarios que se adoptaron durante la época colonial y de reformas del siglo XX. La reconstrucción histórica permite explicar la forma en qué se enseña en las universidades.
En América Latina, la mayoría de centros de educación superior se guiaron por el modelo de la Universidad de Salamanca, que se caracterizaba por clases magistrales impartidas por un profesor. Otro modelo influyente fue el de la Universidad de París, en el cual también había clases magistrales, pero los estudiantes tenían un espacio más libre para la discusión. Las universidades coloniales no tenían espacio para la investigación, pues ésta se consideraba como una forma de anarquía.
Cuando los países latinoamericanos alcanzaron su independencia y empezaron a organizarse los nuevos estados, se adoptó el modelo de universidad napoleónica, donde se concibe a las universidades como centros “profesionalizantes”, pues ahí se formaban los profesionales que contribuirían a construir las nuevas repúblicas. También en el siglo XIX, destacaron las ideas del filósofo alemán Wilhelm Von Humboldt, quien proponía una universidad que tuviera dependencia económica del estado y promoviera la investigación, la ciencia objetiva y la formación subjetiva.
La Dra. de Tezanos, mencionó que la historia de la universidad en América Latina también está marcada por la injerencia de los jesuitas, quienes se encargaron de administrar y dirigir diferentes universidades. Esta orden religiosa también desarrolló su propio modelo de universidad basado en el modelo de la Universidad de Salamanca.
En 1918, un grupo de estudiantes se rebeló contra la forma de administración de la Universidad Jesuita de Córdoba y alcanzaron reformas universitarias importantes que adoptaron otras universidades latinoamericanas como la autonomía política, docente, administrativa y económica de las universidades, la libertad de docencia, la democratización universitaria y un mayor vínculo entre universidad y sociedad. Hasta la década de 1960, los centros de educación superior empiezan a desarrollar el área de investigación.
Según la Dra. de Tezanos, las universidades latinoamericanos han tenido avances importantes en temas políticos y administrativos, pero se están rezagando en la mejora de sus modelos educativos. Actualmente, las universidades se debaten entre ampliar su cobertura y la calidad de la educación: “El reto no sólo es dar servicios y que los estudiantes tengan acceso a una cantidad de elementos para su trabajo, sino que el reto es ¿qué hacemos de las aulas de clase cuando en lugar de tener 30 muchachos tenemos 60 ó 70?”, cuestionó.
Para la experta, los docentes universitarios se enfrentan al dilema de qué enseñar y cómo enseñar a los estudiantes, pues cada uno llega a la universidad con una “caja de herramientas”, armada con diferentes conocimientos. Esta situación se complica cuando los profesores desconocen las estructuras cognitivas de los universitarios. No se puede asumir que los estudiantes saben todo o que cuando llegan a un nivel de educación superior tienen desarrollado el pensamiento hipotético subjetivo, es decir, que será capaz de diferenciar el “ser” del “deber ser”, establecer relaciones y entender ideas abstractas.
La Dra. de Tezanos explicó que hablar de una “pedagogía universitaria” es un tema complejo que se ha abordado desde diferentes aristas. Sin embargo, la pedagogía implica el arte de enseñar y desarrollar al ser. El producto de la práctica de la enseñanza es el saber pedagógico.
La especialista concluyó que “La práctica de la enseñanza en la universidad no es homogénea ni única”, por lo tanto, la calidad de la enseñanza universitaria no se puede cuantificar sólo con la medición de competencias en un estudiante.
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