Una importante compañía artística se presentaría en el Teatro Nacional, una señorita de alta sociedad se graduaba, eruditos debatían sobre el modernismo en la crítica literaria, autores nacionales y extranjeros publicaban sus nuevos escritos. Todo esto y más quedó retratado para la historia en las revistas literarias costarricenses que circularon desde finales del siglo XIX y hasta la década de 1980.
Decenas de estas publicaciones han salido a la luz gracias a la investigación de la experta en estudios literarios Flora Ovares Ramírez, quien presentó un recorrido por la historia, en la “Tertulia Un siglo de Revistas Literarias en Costa Rica” que se realizó el 29 de febrero, organizado por la Vicerrectoría de Acción Social de la UCR, la Revista Herencia y el ICOMOS.
Para Ovares, las revistas recogen lo más valioso, lo heterogéneo e innovador de la actividad literaria, sus lugares de discusión y la expresión de las diferentes generaciones literarias. Además abrían espacios para la disidencia frente a la ideología oficial, documentaban el debate político y guardan recuerdos de la vida social.
Las primeras revistas
El recorrido inicia a finales del siglo XIX cuando aparecieron las primeras revistas impresas en Costa Rica, algunas de ellas fueron: Cordelia, Athenea, Costa Rica Ilustrada, Notas y Letras, Cuartillas, Pinceladas, Páginas Ilustradas, Vida y Verdad, Germinal, Pandemonium, Minerva y Renovación.
Las publicaciones de ese periodo, explicó Ovares, poseen una estructura variada que permite incluir crónicas de acontecimientos sociales, reproducciones de cuadros o esculturas, crónicas, noticias nacionales e internacionales, versos, composiciones y homenajes. Las revistas también ofrecían un espacio para los temas de sociedad y espectáculos culturales.
En esa época, personajes importantes de la vida política, tanto de izquierda como de derecha, exponían sus ideas en las revistas. Por ejemplo, en Renovación colaboraban Carmen Lyra, Omar Dengo, José Albertazzi y Villo Zeledón, mientras que en Athenea escribían Justo Facio, Camilo Cruz Santos, Clodomiro Picado y Fabio Baudrit. También los eruditos discutían sobre crítica literaria y los autores extranjeros de renombre como Salvador Rueda o Rubén Darío publicaron sus textos por este medio.
Durante este periodo se observa un interés por los aspectos gráficos, el arte del grabado, la ilustración y la reproducción de cuadros. En criterio de Flora Ovares, esto está relacionado con la llegada al país de técnicos e industriales catalanes como Jaime Torno, Ricardo Falcó, y José Borrasé que fundaron importantes librerías e imprentas donde fue posible experimentar con nuevas técnicas de impresión.
De la reflexión a la irreverencia
Ovares continúa con su recorrido llegando a las décadas de 1920 hasta 1950, cuando circulan otro tipo de revistas como Repertorio Americano, Sparti, Apuntes, Raza y Ariel, las cuales eran menos ilustradas, tenían una actitud didáctica, una línea pacifista y evolucionan del americanismo hacia el nacionalismo. Se centraban en el debate y reflexión de temas como la política, la moral y la filosofía.
En las décadas de 1950 a 1970 las revistas se caracterizan porque buscaban ser voceras de la cultura y el pensamiento nacional como expresión de lo universal. Por ejemplo; en revista Brecha, que tenia el interés de convertirse en la primera revista de artes y letras del istmo, se mezclaban noticias de espectáculos, comentarios y crítica literaria con anuncios y fotografías de artistas. Allí se dieron a conocer importantes textos de la historia y literatura nacional, así como textos de vanguardia literaria y plástica, ensayos sobre identidad, crítica literaria y estética.
En la década de 1970 el Ministerio de Cultura publicó varias revistas con el objetivo de dar a conocer trabajos ignorados por las nuevas generaciones y rescatar una visión histórica de la nación entre una amplio público. Entre ellas estaba; Papel impreso una revista que daba cuenta de la actividad cultural relacionada con la militancia política de la época; otras son la Revista Costa Rica, Tertulia, Letras Nuevas y Troquel.
La investigadora detalló que en los años de 1980 revistas como Kasandra, Imago y Andrómeda, surgen como una opción dirigida hacia el público que asiste al teatro, el cine, las exposiciones de arte, amantes de la música y la literatura. Contenían ensayos de cine, literatura y arte, anuncios de librerías, galerías, exposiciones certámenes.
Más adelante irrumpen en la escena varias revistas como L@s Nadies y Grumix con un estilo irreverente, intentando romper con la imagen tradicional de cultura y la nación, critican las normas sociales y se desenvuelven en un mundo marginal, urbano y nocturno.
Revistas infantiles
En los albores del siglo XX cuando surgían en Costa Rica las revistas literarias que analiza Flora Ovares, algunos visionarios y visionarias también se ocuparon de crear las primeras revistas dirigidas al público infantil. Este tema fue abordado en la tertulia por la investigadora Margarita Rojas.
La primera fue San Selerín, una revista que tuvo una corta duración de 2 años no consecutivos (1912-1913) (1923-1924), fue dirigida y financiada por Carmen Lyra y Luisa González y en ella se publican por primera vez los cuentos de Tío Conejo. Además, según lo considera Rojas, en esta revista se utiliza por primera vez en el país las tiras cómicas combinando ilustraciones inglesas con diálogos costarricenses.
Después de 12 años del cierre de San Selerín surge Triquitraque (1936-1947) fundada por Carlos Luis Sáenz, Adela Ferreto y Luisa González, quienes fueron parte de la generación de escritores maestros formados en la Escuela Normal junto con Joaquín García Monje y Carmen Lyra. Publicaban anuncios, reseñas de películas de Walt Disney y avances de la ciencia.
En 1950, siguiendo la línea de Triquitraque empieza a circular Farolito. Ambas publicaciones se caracterizaron por sus bellas ilustraciones realizadas por los artistas Francisco Amiguetti y Juan Manuel Sánchez.
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