Con miras a fortalecer el rescate de valores y tradiciones, en el 2011 la Vicerrectoría de Acción Social (VAS) de la Universidad de Costa Rica (UCR) brindó apoyos de diversa índole a algunos proyectos, entre ellos la producción de una serie de documentales de la cineasta costarricense Gabriela Hernández Hernández.
El vínculo entre Hernández, de la Latica de Película S.A. y la VAS surgió por el interés mutuo de destacar en una serie de 12 cortometrajes, el disfrute de la gente común en algunos espacios de recreación del país que están desapareciendo como son las salas de cine de pueblo o barrio en la ciudad de Limón, balnearios públicos como Ojo de Agua en Heredia, los campamentos de playa en Guanacaste y los salones de baile en San José.
Por la identificación de ambas partes con los temas y los objetivos planteados, la VAS se involucró aportando equipo de edición, editores y otros recursos logísticos en las fases de producción, posproducción y difusión.
En esta última etapa con la intervención de Hernández, se organizaron actividades de proyección y conversatorios en comunidades como Liberia, Santa Cruz centro y Oriente de Santa Bárbara de Santa Cruz, en Guanacaste; Limón centro y San José donde se realizaron algunos de los cortos, con la participación de gran cantidad de público.
“CHEPITA Y EL MAR”
Una de las producciones que más impactó por su cercanía con diversas generaciones de guanacastecos fue Chepita y el mar, Mejor Corto Documental en la XIX Muestra de Cine y Vídeo Costarricense y el Primer Festival Internacional de Cine y Vídeo San José, que se efectuó del 28 de octubre al 7 de noviembre pasados, en el Teatro Variedades.
Según lo explicó Gabriela Hernández el documental surgió luego de conocer durante el proceso de investigación a doña Josefa Lara Viales conocida como “Chepita”. “Ella es una señora con una claridad y sabiduría impresionantes, con un verdadero amor y aprecio por su tierra y su cultura, capaz de contar historias con mucha facilidad y convicción, con una memoria impresionante y muy amena”.
Durante el proceso la productora vio fotos de los paseos y una en particular, en blanco y negro, en la que Chepita aparece joven y hermosa, rodeada de ollas y enseres en un campamento en playa Iguanita, la conmovió sobremanera.
Por eso un domingo Hernández se fue cámara al hombro con el sonidista Nano Fernández, Chepita y su nieta Mitzy, exactamente al mismo lugar donde se había hecho esa foto en playa Iguanita. “Chepita estaba inspiradísima en ese lugar, recordando y contando anécdotas, pero sobre todo viviendo y disfrutando de nuevo en esa playa maravillosa, una de las pocas que quedan en Guanacaste para acampar. Encontró amigas de infancia y hasta familiares y todos esos encuentros o escenas no planeadas, completamente espontáneas, fueron grabadas”.
Esa experiencia dio como resultado un cortometraje que transmite ese vínculo tan fuerte y vital de Chepita con su entorno, con ese paisaje, con esa tradición, con el recuerdo, con la memoria. “El corto cierra con la foto de Chepita, años atrás, en ese mismo lugar. Es muy nostálgico y eso toca la mente y el corazón”, acotó Hernández.
La cineasta considera que para su trabajo, fue fundamental la visión y el compromiso de la UCR y la VAS con el rescate y la defensa de esas tradiciones y prácticas identitarias y con la visibilización de esas culturas y personajes que están ahí, muchas veces sin re-conocimiento.
Asimismo, considera importante que se amplíe un poco la idea de que un documental es algo institucional, objetivo o grave. “Podemos plantear temas de mucha vigencia y seriedad, como es el caso del derecho al acceso a las playas y a la recreación, hoy día amenazados por los cambios vertiginosos que experimenta el país ante los “boom” inmobiliario y turístico, con un tratamiento más cinematográfico, a partir de gente común abordada como personajes de una película”.