Los países de América Latina están en mejores condiciones que los países desarrollados de enfrentar la crisis económica global, lo cual habla muy bien de los procesos de integración que se han gestado en la región.
La constitución reciente del Consejo de Economía y Finanzas por parte de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), para reforzar el comercio intrarregional y enfrentar la crisis internacional, a solo tres años de su constitución, es un ejemplo de lo anterior.
Así lo consideró el Dr. Andrés Serbín, experto en integración regional y presidente de la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (Cries), con sede en Argentina, una red de más de 70 centros de investigación, ONG, expertos y académicos de América Latina y el Caribe, que promueve la investigación y el debate sobre temas económicos, políticos y sociales.
Serbín dictó la conferencia Regionalismo posliberal, soberanía nacional y sociedad civil en América Latina y el Caribe en la Universidad de Costa Rica (UCR), invitado por el Consejo Universitario, como parte de las conmemoraciones del 71º aniversario de esta institución.
A criterio del académico, los países latinoamericanos hicieron una serie de ajustes económicos durante la década de los años 90 a un alto costo, lo que explica en parte que en estos momentos estén mejor preparados, que Estados Unidos o la Unión Europea, para sobrellevar la crisis.
América Latina –comentó Serbín– siempre ha mirado hacia el hemisferio norte cuando de procesos de integración se trata, pero el principal modelo de referencia, la Unión Europea, está “haciendo agua” debido a la situación de crisis financiera internacional.
Lo anterior lleva a pensar “si tenemos que recurrir a otros modelos de integración o afincarnos en las experiencias que hemos desarrollado en la región”, señaló el profesor de la Universidad Central de Venezuela.
¿Es posible hablar de una nueva fase de integración?, una fase que vaya más allá de la visión neoliberal de la integración, basada fundamentalmente en la liberalización comercial, se preguntó el especialista.
Al respecto, expresó que la región se encamina hacia una nueva fase de regionalismo posliberal, en la cual coexisten en permanente tensión dos actores importantes: la Unasur y la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA).
Esta segunda etapa se caracteriza por dos planteamientos en pugna: por un lado un fuerte protagonismo del Estado como el principal actor del sistema internacional y garante de la soberanía nacional y, por el otro, la primacía de los intereses ciudadanos, que cada vez se ven más diluidos en el esquema de los procesos de integración regional, según el conferencista.
Multilateralismo
El científico social manifestó que en las relaciones entre los Estados latinoamericanos predomina un esquema de multilateralismo formal, que se expresa en la firma de acuerdos con limitado seguimiento e implementación, pero que han servido para mantener la estabilidad internacional y la paz.
“Esta es una de las regiones más pacíficas en relación con los conflictos interestatales, no así con los conflictos sociales debido a los altos niveles de desigualdad existentes”, opinó Serbín.
El multilateralismo se define como la relación entre los Estados para alcanzar formas de cooperación y avanzar hacia la integración regional.
El conferencista señaló como otra de las características dentro de este marco de relaciones, la ausencia de instituciones consolidadas y efectivas.
Destacó a la vez la tradición jurídica en el subcontinente, que ha sido relevante para el desarrollo de los derechos humanos y la reafirmación del derecho de no intervención y de autodeterminación. Esto ha contribuido a crear un orden internacional más regulado y ordenado, ante la preocupación de una intervención externa.
Otro elemento presente en el contexto regional es que los Estados están acostumbrados a la resolución pacífica de las disputas y al rechazo del uso de la fuerza, aunque en algunos momentos ha habido amagos de violencia.
En relación con el regionalismo, el especialista afirmó que en la última década se ha evidenciado una crítica creciente al regionalismo neoliberal y han surgido nuevos organismos que plantean el retorno al Estado con un rol protagónico y el desplazamiento del mercado, una agenda social que implica una nueva visión del desarrollo y una alta politización de las relaciones entre los Estados.
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