7 jun 2011Artes y Letras

A la luz de la polémica que ha causado el concurso impulsado por la empresa Coca Cola en el ámbito artístico y nacional se llevó a cabo el foro Destaparte: con arte o sin parte. Pintando botellas, en el auditorio de la Sede de Occidente de la Universidad de Costa Rica.

La actividad organizada por el Museo Regional de San Ramón, contó con la participación de los arquitectos Roberto Villalobos Ardón y Andrés Fernández; la historidadora del arte Gabriela Saénz Shelby, los artistas plásticos Joaquín Rodríguez del Pazo y Alejandro Villalobos Cabezas, y el escultor Domingo Ramos Araya.

En el foro, los participantes tuvieron la oportunidad de reflexionar y de presentar sus posiciones basados en tres ejes temáticos: la posición del Museo de Arte Costarricense de ser participe de esta actividad; la posición del artista costarricense ante un concurso con la empresa privada y el mensaje que envía el concurso Destaparte y  el Museo de Arte Costarricense (MAC) hacia la sociedad costarricense y sus posibles consecuencias en el imaginario nacional.

El punto más polémico en la actividad fue el relacionado con el papel del Museo de Arte Costarricense. Ante esto Gabriela Saenz, exdirectora de esa institución, planteó su preocupación ya que para ella un museo educa, investiga y sensibiliza sobre temas del patrimonio que lo define.

En este caso en particular, Sáenz manifestó que el Museo se convierte en un cascaron sin contenidos y una carpa de circo en donde todo cabe ya que según ella “existe una diferencia abismal entre el activismo cultural sin rumbo y la buena gestión cultural”.

Domingo Ramos, escultor nacional apoyó esta posición y manifestó que “lo que es cuestionable es la alianza con una empresa transnacional, que de haber querido incentivar la capacidad artística y aportar a la cultura nacional,  habría podido realizar otro evento más positivo, más original, más creativo”.

También el artista Joaquín Rodríguez coincidió con estas opiniones ya que expresó que “el problema empieza en el momento en que, con un afán de parte de la empresa de legitimar su actividad como un evento artístico, involucra al MAC”.

El arquitecto Andrés Fernández, indicó que el MAC es una institución fundamental, central, vertebral de la cultura costarricense. Aseguró que “si el trabajo desarrollado por el MAC desde los años 70 se ve amenazado por esta actividad, entonces no hemos logrado nada en estas generaciones”.

Otro de los puntos medulares que se trataron fue la participación de artistas costarricenses en esta actividad. Fernández manifestó que en este tema priva la libertad de expresión, “si como artista no considero que debo participar en un certamen de este tipo no participo y punto, y como la libertad de expresión priva,  priva para el que desea participar y participa, y priva para el que desea criticar y critica”.

Domingo Ramos estuvo de acuerdo con la libertad de elegir que tienen los artistas,  pero aseguró que “con esta actividad poca trascendencia tendrán los artistas y el Museo de arte que los alberga, la gran ganadora será la trasnacional sacralizada por el pincel de los artistas y legitimada por el máximo organismo de arte costarricense”.

Por su parte, Alejandro Villalobos, artista que participó en el certamen, mencionó que él visualizó este proyecto “como un diseño por el que me iban a pagar, no es romático pero si es realista”.

Manifestó que “un profesional es aquel que vive o trata de vivir por su obra, por su trabajo, al cual le pagan por algo que aceptó hacer en los téminos que le dijeron”.

Por su parte, el arquitecto Roberto Villalobos mencionó “yo no quiero meterme en dicusión de vacas y botellas, sino ir más al fondo”. De esta forma se refirió a la ideología y a los discursos simbólicos y significativos.

Agregó “una botella de Coca Cola pintada, el museo como cascaron que la aloja son ese objeto material que produce y reproduce todo objeto significativo”.

“Creo que lo que hemos tenido hoy aquí son una serie de discursos que en cada uno de nosotros cobran sentido o no, que nos arrancan una sonrisa o un gesto de desaprobación, lo que quiere decir que en el discurso algo se tocó de lo que pensamos del mundo”, concluyó.