Las nuevas políticas sociales en América Latina enfocadas a paliar la pobreza recuperan algunas ideas del feminismo, pero al mismo tiempo, trasladan la responsabilidad a las mujeres como cuidadoras de la familia y la sociedad y no constituyen una solución real a sus problemas.
La especialista en economía política de la Universidad de Western Ontario, Canadá, Dra. Verónica Schild, analizó en la conferencia Las mujeres pobres y el feminismo en la construcción de un nuevo estado de cuidado en América Latina, los avances feministas institucionales de las últimas décadas y el Estado social actual en el subcontinente.
Schild, de origen chileno, visitó la Universidad de Costa Rica (UCR) invitada por la Maestría Regional en Estudios de la Mujer.
La especialista afirmó que el momento actual responde a una nueva etapa de la neoliberalización del Estado, en la que han convergido los avances feministas y la conformación de un Estado social.
Este nuevo enfoque se inició hace 25 años, cuando fueron puestos en marcha en varios países latinoamericanos diversos programas sociales, denominados de transferencias condicionadas. Entre las experiencias pioneras, Schild mencionó las de Chile, México y Brasil, y más recientemente se incorporaron países como Costa Rica, con el programa “Avancemos”.
Estas iniciativas de combate a la pobreza parten de la idea de que con un aumento del capital social en los sectores pobres de la población, estos podrán superar la pobreza, como lo explicó Schild: “Hemos presenciado en varios países el surgimiento de formas de un Estado social cuyo propósito es el mejoramiento en un sentido moral y educativo de las poblaciones focalizadas. Son proyectos que buscan el aumento de capital social, que es el tema dominante de las políticas sociales y de los discursos provenientes del Banco Mundial y de los expertos”.
Los nuevos proyectos sociales del Estado basan su éxito en el trabajo y la acción de las mujeres, a quienes se les responsabiliza de empoderar a todos los miembros de la familia y sacarlos de la pobreza, a cambio de la entrega de bonos.
“La persona de la cual depende el éxito del programa y de la familia de escapar de la pobreza es la mujer, ella es el punto clave, la responsabilidad se le da a ella” dijo Schild. Pero no es a la mujer madre y jefa de hogar a quien se dirigía la política social de décadas anteriores de quien se habla, en la actualidad se apela a un nuevo concepto de mujer empoderada, que es producto de los aportes del feminismo, aseguró la académica.
Sin embargo, las evaluaciones revelan que las familias no salen de la pobreza y si lo logran es en condiciones de mucha precariedad económica, debido a que perciben ingresos muy bajos y al contexto de economía de mercado en el que están insertas.
“Estamos en un momento del capitalismo brutal, depredador. De las mujeres se extrae toda su capacidad, su creatividad y su trabajo, los cuales pasan a ser un recurso para mantener sociedades organizadas bajo un sistema económico que no garantiza nada y que mantiene la competitividad internacional a partir de salarios muy bajos”, expresó.
Agregó que el énfasis de esos programas no es la mujer como objeto de las políticas, sino más bien la familia, lo cual a su juicio representa un viraje hacia el conservadurismo, debido a la forma en que la familia es integrada a los programas de educación moral.
A su juicio, hay además una penetración y disciplinamiento de las familias para tratar de reconstruir los hábitos y comportamientos de las personas.
Influencia del feminismo
De acuerdo con la experta, los avances feministas han desempeñado un rol importante en el desarrollo de políticas públicas dirigidas al mejoramiento de la condición de las mujeres.
Sin embargo, a su criterio hay una contradicción, pues por un lado el concepto de feminidad que se maneja alude a una mujer autónoma, capaz de decidir, que no necesita a un “Estado padre”, pero al mismo tiempo, se maneja implícitamente el concepto de que la mujer sigue teniendo el rol de cuidadora de la familia y es la responsable de empoderar a todos sus miembros.
“Estas transformaciones –enfatizó Schild– vinculadas a esfuerzos de mejoramiento de las poblaciones pobres, constituyen una refeminización del Estado social, que no nos gusta reconocer, porque quisiéramos ver que los avances feministas siempre nos lleven a algo mejor y distinto”.
Para la especialista, quien es directora del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Teoría Crítica de la Universidad de Western Ontario, el feminismo debe hacer un cuestionamiento autocrítico y revisar hasta qué punto el discurso liberal de los derechos de las mujeres como derechos humanos, las mantiene atrapadas y no les permite pensar.
“Como feministas, nos enamoramos de la democracia liberal como la respuesta para todo y nos olvidamos del vínculo con el capitalismo y de preocuparnos de la economía política”, consideró.© 2024 Universidad de Costa Rica - Tel. 2511-4000. Aviso Legal. Última actualización: diciembre, 2024