La forma en que los padres de familia ayudan a sus hijos e hijas en edad preescolar a recordar sus experiencias pasadas, influye en cómo los niños desarrollan el sentido de sí misma, mantienen relaciones y regulan sus propias emociones. Esta fue la principal conclusión de la conferencia impartida por la Dra. Robin Fivush, directora del Departamento de Psicología de la Universidad de Emory, Estados Unidos.
La Dra. Fivush, es especialista en Psiología del Desarrollo y a lo largo de su carrera profesional, se ha dedicado a estudiar la memoria autobiográfica en niños en edad preescolar, es decir, cómo los niños hablan de su pasado y la importancia de dichas narraciones. “Cuando narramos nuestro pasado, tenemos la capacidad de reflexionar sobre esa experiencia, podemos interpretarla y la podemos evaluar: qué sentimos y qué significa para nosotros”, explicó.
Los niños y niñas pequeños empiezan a contar sus experiencias pasadas, conforme desarrollan la capacidad de hablar. A esto, se le conoce como narraciones autobiográficas, las cuales se construyen al socializar experiencias personales con otras personas. A los 18 meses de edad, los niños hacen referencias breves a su pasado más reciente, mientras que a los 5 años, ya son capaces de construir narrativas más detalladas y coherentes, donde incluyen pensamientos y sentimientos de sus experiencias.
“La forma en que evaluamos e interpretamos nuestras experiencias, a través de la narrativa está influenciada por el desarrollo de los eventos que estemos experimentando en una etapa específica de nuestra vida”. Por ejemplo, en la niñez, los eventos se relacionan con ganar confianza y en la adolescencia se asocian con la construcción de la identidad.
El desarrollo de la memoria autobiográfica a lo largo de la vida es muy importante para la autodefinición de sí mismo, el mantenimiento de relaciones y la autorregulación emocional. En este proceso los padres de familia juegan un papel muy importante para que los niños pequeños puedan definir y construirse a sí mismos.
Según los estudios de la Dra. Fivush, las madres tienen distintas formas en las que ayudan a sus hijos a reconstruir su pasado a través de recuerdos personales. Es decir, hay diferentes estilos de reminiscencia materna según la elaboración de las conversaciones Por ejemplo, en el estilo de reminiscencia más elaborado, la madre conversa con su hijo sobre experiencias pasadas con muchos detalles, hay oportunidad para evaluar las situaciones y comparten sentimientos. En estilos menos elaborados, las conversaciones suelen ser más escuetas y superficiales.
Los resultados de las investigaciones de la Dra. Fivush, demuestran que aquellas mamás que tienen un estilo de reminiscencia más elaborado, tienen hijos que son capaces de construir narrativas personales más detalladas y coherentes, lo que ayuda a desarrollar la memoria y habilidades para la vida. “Las reminiscencias más elaboradas ayudan a los niños a regular sus emociones y entender que las personas tienen distintos puntos de vista”, lo que también influye en el desarrollo de relaciones interpersonales, según ejemplificó la Dra. Fivush con conversaciones comunes que suelen tener padres e hijos.
El estilo de reminiscencia que tenga una madre, no está ligado directamente con su nivel educativo o las habilidades de lenguaje que tenga un niño. Los estudios demostraron que aquellas mamás que desarrollan una forma de reminiscencia más elaborada, suelen mantenerlo con todos sus hijos a lo largo de las etapas del desarrollo.
Recuerdos, género y cultura
La Dra. Fivush también explicó que la elaboración de la reminiscencia materna se ve influida por dos variables: el género y la cultura.
De acuerdo con las investigaciones, tanto los papás como las mamás, suelen tener un estilo de reminiscencia diferente con sus hijos e hijas. Por ejemplo, las niñas están expuestas a recordar vivencias más elaboradas, lo que da como resultado que desarrollen narrativas más detalladas y emotivas. Incluso, este patrón se mantiene en la adolescencia.
También se demostró que cuando las madres conversan con sus hijas sobre experiencias negativas, tratan de llegar una resolución emocional, mientras que con los varones tienen conversaciones más escuetas.
“En términos de género esto significa que las mujeres están desarrollando un sentido de sí mismas más coherente y diferenciado si se compara con los hombres. Las mujeres también están desarrollando, de forma más completa, un sentido de sí mismas en las relaciones con los otros. Esto se debe a que el estilo de reminiscencia al que se exponen las niñas, suele centrarse en relaciones interpersonales. Lo anterior ayuda a desarrollar una mejor regulación emocional en los años preescolares y posteriores”, dijo la especialista.
La Dra Fivush, explicó que cada cultura tiene distintas formas de concebir el ser de cada persona. Mientras hay culturas independientes que valoran un estilo de vida autónomo y enfocado en el logro personal, hay culturas interdependientes que se centran en las conexiones y relaciones. Este tipo de concepciones, influyen en el estilo de recuerdos del pasado que desarrollan las madres con sus hijos.
Para ejemplificar esta hipótesis, la Dra Fivush mencionó la investigación de su colega Qi Wang, la cual realizó un estudio comparativo sobre los estilos de reminiscencia materna entre madres norteamericanas de ascendencia europea y madres asiáticas. Entre los resultados se demostró que las asiáticas tenían un estilo de reminiscencia menos elaborado y orientado a las experiencias de cada persona dentro de un grupo. Por otro lado, las mamás norteamericanas tenían un estilo de reminiscencia más elaborado, en el cual negociaban sobre emociones y sentimientos con sus hijos.
La Dra. Fivush fue enfática al decir que el hecho que una madre sea muy comunicativa, no implica que tenga un estilo de reminiscencia elaborado cuando recuerda experiencias pasadas con sus hijos. Tampoco hay una relación directa con el nivel educativo de la madre o las habilidades de lenguaje de los infantes. Hay mamás que acaparan una conversación e imponen sus propias ideas, mientras que otras, más bien facilitan y permiten que los niños cuenten sus recuerdos, según concluyó.
La Dra. Robin Fivush compartió con profesores y estudiantes los principales hallazgos de sus investigaciones en este campo, como parte de las actividades de celebración del 50.º aniversario del Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP).
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