Especialistas en agronomía y meteorología de la Facultad de Ciencias Agroalimentarias de la Universidad de Costa Rica señalaron esta mañana la necesidad de una declaratoria de emergencia agrícola, para hacer frente a las consecuencias que tendrán sobre el sector agropecuario nacional, las condiciones climáticas adversas pronosticadas por el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) para el último trimestre del 2010.
Según lo explicó el meteorólogo Álvaro Brenes Vargas, debido al fenómeno de La Niña que empezó a golpear al país desde junio del 2010 y que se prolongará hasta junio del 2011, se espera un incremento en las lluvias más allá que lo normal de un 70% en el Pacífico Norte, un 60% en el Pacífico Central y el Valle Central y un 45% en el Pacífico Sur.
Asimismo se prevé una prolongación de la época lluviosa por dos semanas más en las diferentes regiones del país, lo que implica que en el Pacífico Norte dejará de llover a finales de noviembre, en el Valle Central en la primera semana de diciembre, en el Pacífico Central a finales de diciembre y en el Pacífico Sur, en la primera semana de enero del 2011.
Entre las consecuencias derivadas del exceso de precipitaciones, el Dr. Luis Felipe Arauz Cavallini, decano de Ciencias Agroalimentarias, citó la saturación de agua en el suelo, que afectará la absorción de nutrientes y el crecimiento de las plantas; un aumento en la intensidad de las enfermedades de las plantas, por bacterias y hongos; mayor lavado de fertilizantes a las aguas subterráneas o fuentes de agua superficial, con la consecuente contaminación de los mantos acuíferos; dificultad o imposibilidad para prácticas de cultivo como aplicaciones de agroquímicos; y disminución de la productividad de los cultivos, debido a la reducción de la radiación solar ante una mayor cobertura de nubes y en la producción de leche, debido al lento crecimiento de los pastos y el mal estado de los potreros.
La prolongación de la época lluviosa, entretanto, afectará la cosecha de granos básicos como el arroz y los frijoles y retrasará el inicio de la siembra de productos de exportación como el melón, lo que impedirá sobre todo a los meloneros de Guanacaste, aprovechar los mejores precios en el mercado internacional, por lo que verán una disminución en sus ganancias.
¿Qué hacer?
Si los agricultores encuentran que los suelos de su finca están saturados, no tiene sentido desperdiciar recursos aplicando abonos, pues estos no serán aprovechados por las plantas.
Si los suelos no están saturados, pero continúan las lluvias intensas, es recomendable fraccionar la cantidad de agroquímicos requerida por el cultivo en varias aplicaciones para un mayor aprovechamiento de la planta.
Si se trata de lluvia de temporal, se debe evitar del todo la aplicación de agroquímicos, pero si la lluvia se concentra en la tarde y la noche, el agroquímico debe aplicarse lo más temprano posible una vez que el follaje de la planta esté seco, utilizando humectantes y adherentes para una aplicación más efectiva.
En general, indicó el ingeniero Carlos Méndez Soto, es recomendable mejorar los canales de drenaje del suelo y la siembra en lomillos altos para tener mejores cosechas en condiciones adversas.
En las zonas donde el frijol se cultiva a principios de octubre, agregó que los agricultores deberían valorar atrasar el riego de la semilla dos semanas, para evitar pérdidas producto de un mal secado del grano durante la cosecha.
Los especialistas hicieron un llamado para seguir apoyando al productor nacional, dado que, a pesar de este tipo de medidas paliativas, el país inevitablemente sufrirá pérdidas especialmente en la producción de arroz, frijoles, leche y hortalizas y los consumidores enfrentarán carestía de ciertos productos y un aumento en los precios de los mismos.