Expertos nutricionistas discutieron en un foro la importancia de que Costa Rica produzca sus propios alimentos como forma de contrarrestar el impacto de crisis alimentarias internacionales como la vivida durante los años 2007 y 2008.
Pero la problemática no se queda allí, pues una vez producido el alimento éste debe llegar al pueblo en forma justa para buscar erradicar el hambre en las comunidades más pobres.
La directora de la Escuela de Nutrición de la UCR, M.Sc. Emilce Ulate Castro, junto a la M.Sc. Patricia Sedó, la Dra. Marcela Dumani, la M.Sc. Lilliana Araya Villalobos y el Dr. Luis Fernando Fernández explicó la importancia del tema de seguridad alimentaria y nutricional (SAN) como un derecho.
Se habla de seguridad alimentaria cuando el 70% de la población de un país consume alimentos producidos en su país, según los expertos presentes en el foro, asimismo el término soberanía alimentaria incluye un comercio internacional justo, mientras que el derecho a la alimentación es la posibilidad de tener acceso permanente a la adquisición de alimentos, garantizando una vida digna y satisfactoria.
Amplia batalla contra la desnutrición
Según explicó durante su presentación Emilce Ulate, en Costa Rica existen leyes que garantizan el acceso de la población a los alimentos, pero no se ponen en práctica gracias a la falta de políticas que definan cuánta cantidad de granos básicos deben ser producidos localmente y garantizar al mismo tiempo el acceso de la población a estos alimentos.
“Si se depende de alimentos importados, ¿qué pasa si los precios suben debido a una crisis mundial?”, se preguntó Ulate, “la canasta básica debe ser considerada como parte de la seguridad nacional”, advirtió en seguida.
Por su parte, Patricia Sedó recordó que desde la creación de la Escuela de Nutrición de la UCR en 1980 se planteó la SAN como uno de sus ejes primordiales en la búsqueda del bienestar y desarrollo adecuado de la población.
La experta afirmó que se han realizado diferentes estudios en distintas zonas del país y se logró identificar áreas en las que la malnutrición estaba generalizada, reflejándose este estado en casos de parasitosis y alergias, pero además de las enfermedades derivadas de deficiencias nutricionales se detectó un aumento en los casos de diabetes y obesidad.
“Desde el año 2000 se elaboran diagnósticos en escuelas públicas para monitorear la nutrición de las niñas y niños, y brindar recomendaciones sobre el tema a las autoridades educativas y familiares”, comentó Sedó.
Según cifras que presentó durante el foro, la desnutrición es un problema mundial ya que en todo el planeta existen 1.020 millones de casos, o sea, 1 de cada 6 individuos está desnutrido, mientras que 2.400 millones de personas sufren de pobreza.
“La crisis de alimentos está más asociada al manejo de los precios internacionales y al acceso a la tecnología; la nutrición está intrínsicamente ligada a la dignidad y al desarrollo humano”, acotó.
Desigualdad social
Con las exposiciones planteadas durante la actividad quedaron patentes las desigualdades que existen en nuestra sociedad, en la cual una clase social rica aumenta cada vez más su poder, en contraste con las clases medias y bajas que ven disminuir sus recursos y su calidad de vida.
Marcela Dumani enfatizó que el desarrollo económico y social de Costa Rica depende de una mejor distribución de la riqueza y la búsqueda de la autosuficiencia alimentaria.
“Para mayo de este año la canasta básica tenía un costo de alrededor de ¢34.000, cuando el ingreso per cápita de las familias de clase baja es de ¢35.225. Un Estado que mantiene a la población con hambre no está atendiendo una de las necesidades más importantes de la sociedad”, determinó.
Como producto de esta realidad, Dumani añadió que se reduce la productividad del país, aumentan las desigualdades y campea la desnutrición.
Propuestas reales desde la academia
Ante la desnutrición que afecta a los estratos más necesitados del país y la necesidad de que pequeños y medianos productores puedan explotar la tierra y que los alimentos de nuestra tierra sean consumidos por los ticos, la UCR realiza múltiples labores tendientes a minimizar el impacto por la falta de producción nacional.
Lilliana Araya expuso los esfuerzos que se realizan en investigación, acción social y docencia, no para tratar a las personas como objetos de estudio, sino para que juntos se puedan identificar los problemas que les aquejan y tratar de solucionarlos.
Muchos de los trabajos finales de graduación, proyectos de Trabajo Comunal Universitario (TCU) y programas de voluntariado de la universidad están dirigidos a atender las necesidades de las comunidades más vulnerables del país.
“Como resultado de estas acciones tenemos a grupos de adolescentes inmersos en temas de conservación ambiental, se consolidó el centro de acopio para el reciclaje de desechos sólidos, se brinda apoyo a grupos de mujeres productoras de frutas y vegetales, se busca la transferencia tecnológica y de insumos agroproductivos, y hay agrupaciones de adultos mayores que trabajan en el rescate de la cocina tradicional”, enumeró Araya.
Finalmente, Fernando Fernández fue enfático en abogar por políticas de estado que sean de largo plazo y que no cambien cada 4 años, pues según indicó en su disertación un 60% de las familias consultadas en un estudio en el cual tuvo participación dijeron haber realizado cambios en sus hábitos y en los gastos en que incurrían, afectando su salud.
Esta actividad se realizó el pasado miércoles 11 de agosto, Día Latinoamericano del Nutricionista y en el marco de la celebración por el 30.º aniversario de la Escuela de Nutrición, contó con la participación del decano de la Facultad de Medicina, Dr. Luis Diego Calzada, y la vicerrectora de Docencia, Dra. Libia Herrero Uribe. También hubo entrega de reconocimientos a destacados profesionales de la nutrición vinculados con la UCR.