Un estudio de la conformación del espacio que ocupó la United Fruit Company (UFCo) en Golfito, revela cómo se intervino el espacio físico para asegurar la vigilancia y el ejercicio del poder en la ciudadela construida por esa compañía.
El Dr. Henning Jensen Pennington, del Instituto de Investigaciones Psicológicas y vicerrector de Investigación de la Universidad de Costa Rica expuso su trabajo Sintaxis del espacio y narrativa del poder, en el XII Congreso Centroamericano de Sociología, denominado Hacia una nueva ruta de la sociología centroamericana: reflexiones, análisis y propuestas de integración regional ACAS 2010, que se efectuó en la Universidad de Costa Rica, del 3 al 6 de agosto.
Según lo manifestó el asentamiento de la Compañía Bananera modificó de forma dramática la región, conformada desde el siglo XIX por emigrantes de Panamá y del Valle Central costarricense, quienes se dedicaban a la producción de granos y al cultivo del banano en la zona. En Quepos absorbió a los productores locales, pero en Golfito se dedicó a la producción extensiva y excluyó a los productores independientes.
Según lo explica en su estudio, desde el valle del río Coto Colorado hasta la frontera con Panamá, donde había plantaciones e infraestructura portuaria para la exportación del banano, se dio el trasiego político, el ordenamiento territorial de toda la región acorde con los requerimientos productivos y administrativos de la compañía, red vial y ferroviaria supeditada a la exportación y transporte de la fruta hacia los barcos que atracaban en el muelle de Golfito.
La UFCo, por la manera en que ejerció el poder político y económico, su estructura administrativa, la dinámica de administración, los ligámenes políticos y los alcances territoriales, fue la primera corporación trasnacional de capital estadounidense que se asentó en Centroamérica, en el Caribe y en Suramérica que se aseguró el respaldo político, económico y militar de Estados Unidos, manifestó el Dr. Jensen.
“Su influencia sobre las naciones en que se estableció fue sencillamente avasalladora y temible a la vez”, afirmó.
El impacto en el asentamiento humano que generó se mantiene hasta el presente, razón por la cual el psicólogo Jensen realizó el estudio del espacio que ocupó y las construcciones que hizo.
Según lo detalla en su trabajo construyeron una “ciudad jardín” regida por imperativos del terreno: relieve, clima, fauna y flora y por otros intereses de orden socio-técnicos que ayudaron a la distribución de la territorialidad física. Todo esto hizo que en la ciudadela se establecieran elementos que funcionaron como organizadores de las relaciones sociales y de la territorialidad.
De acuerdo con el análisis del Dr. Jensen se ejerció el poder desde la jerarquización que se hizo del espacio, pues este se dividió en tres: la zona blanca o americana, donde estaban los funcionarios de alto nivel y sus instalaciones recreativas (piscina, canchas de tenis y de golf y amplios jardines); la zona amarilla que contenía las viviendas de funcionarias de nivel intermedio y de empleados solteros, su club social, los edificios administrativos, servicios de salud y proveeduría; y la zona gris correspondía a trabajadores portuarios, capitanía del puerto y la infraestructura operativa.
El investigador encontró que en cada zona hay elementos que revelan relaciones implícitas y explícitas sujetas a una sintaxis espacial, es decir a un conjunto de reglas que señalan la dirección de los flujos comunicativos y de tránsito, donde se nota el acceso, la exclusión o la segregación en la utilización del espacio, así como la coordinación entre los niveles de autoridad.
Jensen señala que el mapa del lugar muestra claramente puntos referenciales que se asocian de manera lineal, entre ellos la capitanía portuaria y el parque, el hospital, la casa administrativa, la casa club; y las casas del Subgerente, Gerente y Jefe de Contabilidad.
La sintaxis espacial cumplía una función clasificatoria de las actividades sociales y al mismo tiempo de mecanismo articulador de las diferentes dimensiones socioespaciales,
porque, según lo explicó el investigador, la división de zonas con rangos y funciones generaba en los empleados paisajes mentales que regulaban su percepción del espacio y la posibilidad de circulación.
La otra dinámica que se dio fue la vigilancia, favorecida por la “enfilada” o conjunto de construcciones con acceso en fila, que facilitaba la observación y el control de todas las actividades. El desnivel también favorecía una inspección universal, omnipresente y determinante, sin que se viera la mirada inspectora. El poder y la autoridad mantenían la posibilidad de señalar con precisión el sitio que ocupaba cada elemento, cosa o persona.
El Dr. Jensen Pennington comentó que aunque ahora ese mapa pueda parecernos que cumple una función orientadora, su finalidad intrínseca fue la apropiación.© 2024 Universidad de Costa Rica - Tel. 2511-4000. Aviso Legal. Última actualización: noviembre, 2024