25 jun 2010Salud

Las prácticas de acuerdo con el género, los factores de vulnerabilidad,  y los estigmas presentes en las comunidades se plantean como ejes para garantizar la salud.

Esta propuesta fue presentada por la psicóloga Olga Margarita Gamboa en la conferencia denominada Factores culturales que afectan la salud sexual, tema que Gamboa desarrollo en su tesis doctoral en Estudios de la Sociedad y la Cultura.

El titulo completo de su investigación es “Un estudio de la representación social del virus del papiloma y su impacto sobre la salud sexual. El asunto del estigma”.

El trabajo analizó las representaciones sociales en los cantones de Tarrazú y Pococí, los cuales se ubican entre las comunidades con menores niveles de desarrollo del país.

En el cantón de Pococí se determinó que el 45 por ciento de la población femenina entre 17 y 25 años ya tiene displasia en grado uno. La incidencia del virus del papiloma se mide por la displasia.  De ese porcentaje de mujeres enfermas, mueren al año un 18 por ciento.

La investigación abarcó siete años; del 2003 al 2006 se realizó el análisis estadístico y epidemiológico y del 2006 al 2010 se analizó el impacto de la enfermedad en la cultura, porque los determinantes que tienen más peso en esta enfermedad son los culturales.

Para la doctoranda “las prácticas, los conceptos de la enfermedad y los estigmas de cada población son los que determinan que una población se enferme y otra no”.

Paralelo a la investigación se realizó un proceso de educación y formación, tanto de la investigadora como del equipo asesor, con respecto al método denominado representación social con enfoque procesual. Este método nació en los años sesentas en Francia con Moscovici y en el país no existía conocimiento de dicha propuesta de análisis por lo que la doctoranda tuvo que trasladarse a México para investigarlo.

Dentro del estudio se pudo determinar que los factores históricos y las representaciones sociales de ambos cantones influyen en la manera que las mujeres ven su sexualidad y asumen la protección de sus cuerpos en el aspecto sexual, pero además influye en la autoimagen y en la manera en que son representadas por los encargados de los sistemas de salud.

La psicóloga destaca que un programa de salud debe ajustarse a las necesidades de las comunidades, pero sobre todo a los estigmas que considera las barreras más fuertes a las que se enfrentarían las políticas de salud.

A la hora de valorar la salud sexual, la sexualidad y las prácticas sexuales la investigadora propone que se distinga como se socializa, y cómo se aprende en la comunidad. Al mismo tiempo que se debe analizar la vulnerabilidad, el factor de género y los estigmas pues son los aspectos que determinarán el éxito o fracaso de una propuesta de salud.