El libro Claves de la innovación social en América Latina y el Caribe puede convertirse en una guía de enseñanza de lo que hace exitoso un proyecto en este campo, así como de las experiencias que se han puesto en práctica y los aprendizajes que han dejado a sus actores y a evaluadores, académicos y gestores de política pública.
A esa conclusión llegaron los participantes en el acto de presentación de esa publicación escrita por Adolfo Rodríguez Herrera y Hernán Alvarado Ugarte, que se realizó en el auditorio de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica, organizada por la Unidad de Gestión y Transferencia del Conocimiento para la Innovación (Proinnova) de la Vicerrectoría de Investigación.
Su coordinador el M.Sc. Luis Alonso Jiménez Silva manifestó que están apoyando el desarrollado de este tipo de proyectos y que el libro puede servir de guía para quienes deseen incursionar en un proyecto de innovación social. Incluso en el sitio web de Proinnova crearán un foro de comentarios, para quienes lean el libro.
En la actividad además participaron como comentaristas el Dr. Miguel Gutiérrez Saxe, del programa Estado de la Nación y el Dr. Henning Jensen, vicerrector de Investigación de la Universidad de Costa Rica.
El libro publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL) recoge en sus 227 páginas y en sus cuatro capítulos las reflexiones estratégicas sobre la innovación en el campo social, los criterios para definir una innovación ejemplar, los aprendizajes obtenidos de los proyectos y las enseñanzas útiles en el diseño de políticas públicas y en la promoción de la replicabilidad.
En el libro se incluyen 32 proyectos exitosos presentados a un concurso que realiza la CEPAL para América Latina y el Caribe y cuyos ganadores reciben financiamiento de la Fundación W.K.Kellogg, aunque los autores revisaron más de 3.600 proyectos presentados en los concursos realizados en el 2005, 2006 y 2007. Se incluyeron proyectos en salud comunitaria, educación básica, generación de ingresos, desarrollo rural y agrícola, seguridad alimentaria y nutrición, programas de juventud, responsabilidad social y voluntariado. Todos ellos los agruparon en tres categorías: los que se refieren a generación de ingresos, los que tratan el tema de juventud en riesgo y los de afirmación de derechos.
La práctica enseña
Adolfo Rodríguez destacó el enfoque integral e integrador de los proyectos, es decir que sean multifactoriales y multidisciplinarios, con inclusión de tantos actores e intereses como sea posible. Además de tener muy clara la cadena de vulnerabilidad que enfrenta, cada proyecto debe ofrecer respuestas específicas a las personas beneficiarias.
Según comentó en su exposición las iniciativas de generación de ingresos (de subsistencia) deben ofrecer ayuda inmediata y los de acumulación: impartir capacitación, brindar información sobre mercados y trámites, impulsar la asociatividad garantizar que el Estado ofrezca una serie de condiciones para que el proyecto sea viable.
Los autores indican de esos proyectos aprendieron que más que productos, se pueden reproducir las tecnologías de producción y las de gestión, de manera que se garantice la eficiencia de los proyectos.
De los relacionados con juventud en riesgo, manifiestan que lo fundamental es reconocer la importancia que tiene la subjetividad en los participantes, enseñarles a desarrollar su identidad y una autoestima positiva, para ir formando una conciencia crítica de su entorno y generar deseos de cambio.
También consideran necesario no descuidar el sustento afectivo, que el ámbito de intervención cubra muchos campos, que a las personas participantes se les ayude a salir de la segmentación o territorialidad, para que rompan la segregación urbana, entren en contacto con diferentes generaciones y clases sociales, se les ofrezca opciones para el disfrute del tiempo libre, y puedan devolver algo a la comunidad. De esta manera se sienten tomados en cuenta y con un lugar en su comunidad, aseveró el expositor.
La mayoría de los trabajos en materia de derechos no contribuyen al empoderamiento de los individuos como sujetos de derecho, no hay políticas públicas para promover liderazgos, resulta indispensable la atención de pares, así como la labor del voluntariado y que los funcionarios aprendan de la comunidad.
Las principales conclusiones a las que llegan en el libro es que donde el Estado y el mercado fracasan, las personas se convierten en sujetos activos de cambio; que las soluciones que surjan en ese ámbito difícil no puede reproducirse sin participación del Estado, sino que por el contrario es el Estado el llamado a convertir estas en acciones concretar en otros lugares, los diseñadores y gestores de políticas públicas deben aprender de las mejores prácticas, deben impulsar análisis en este sentido y lo más gratificante es que mucha gente está trabajando por lograr un mundo mejor.
Llamado a innovación
Henning Jensen destacó que la publicación revive un tema poco tratado en décadas pasadas. Dijo que la innovación es hacer cosas que ya se vienen haciendo, pero de manera diferente, aunque desde su opinión no necesariamente tiene que ser nueva, sino que puede partir de la práctica de una nueva dimensión social.
Él considera que el libro ayuda a visualizar proyectos que partan de un concepto renovado de ciudadanía, que permitirá también renovar el concepto de participación social y política, con nuevas formas de organización social y política, nuevos estilos de vida que cambien la dirección en que se mueve el desarrollo social. Agregó que es importante que esas experiencias sean reproducidas e institucionalizadas, o sea que se vuelvan parte de la estructura social.
Para Miguel Gutiérrez Saxe el libro ayuda a la toma de decisiones y pone al lector a pensar. Sobre el concepto innovación dijo que debe ser visto como un proceso social, no como invento o chispazo de genialidad. Criticó que el libro emplee el concepto replicar en lugar de reproducir los proyectos y destacó lo efectivas que resultan las ligas electrónicas que ofrece.
Gutiérrez opina que aquellos proyectos que se pueden reproducir deben tener padres y madres, no clones; y recomendó que se hagan desde la universidad. Hizo un llamado a que no se pierda la esperanza de contribuir y transformar la sociedad “de a poquito”.
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