La fuerte inversión económica para la adquisición de recursos bibliográficos y una serie de cambios que el Sistema de Bibliotecas, Documentación e Información (SIBDI) de la Universidad de Costa Rica (UCR) ha venido realizando en los últimos diez años, lo colocan como referente de las bibliotecas modernas del país e incluso hasta de las centroamericanas.
Entre sus fortalezas está la adquisición de materiales en formato electrónico de gran prestigio mundial, el acceso remoto a la información y el uso de la red inalámbrica en sus instalaciones, la profesionalización de su personal, y la adecuación de programas, equipos y mobiliario para facilitar el acceso a la información de las personas con alguna discapacidad física.
Una de las labores que destacó la directora del SIBDI, Licda. María Eugenia Briceño, es la tarea de alfabetización informacional que lleva a cabo el personal bibliotecario, con miras a desarrollar destrezas en estudiantes, docentes e investigadores para que puedan localizar, valorar y emplear la información adecuadamente en la generación de nuevos conocimientos.
Informó que el presupuesto destinado a la compra de materiales, tanto impresos como electrónicos, ha ido en crecimiento en la última década y durante el 2008 alcanzó los ¢900 millones de colones. Eso ha permitido la suscripción de contratos para el acceso a más de 100 títulos de bases de datos comerciales, que ponen a la disposición del usuario un total de 80 mil libros electrónicos y una enorme cantidad de revistas en ese formato.
Como ejemplo citó que una sola de esas bases de datos contiene 24 mil libros en texto completo en español.
La directora explicó que la política adoptada en la última década es la de ir migrando, paulatinamente, hacia el formato electrónico, pero sin descuidar los recursos impresos, razón por la cual cada año mantienen las suscripciones del material impreso que las unidades académicas recomiendan. Por ejemplo citó que actualmente tienen la suscripción anual de más de 300 títulos de revistas en formato impreso y que en el 2008 invirtieron más de ¢60 millones solo en la compra de libros impresos.
No obstante, reconoce que las posibilidades que ofrece ahora la tecnología, como es el acceso simultáneo a la información, es necesaria en una institución como la UCR, con una demanda de usuarios muy alta en sus bibliotecas.
Comentó que precisamente ese fue un aspecto que consideraron las autoridades al tomar la decisión, así como el costo cada vez más elevado de los libros y los problemas de espacio físico, además de los muchos cuidados que requieren las colecciones de libros y revistas para conservarlos.
Explicó que el presupuesto destinado a la compra de material bibliográfico se incrementa cada año, porque ese es el comportamiento en el mercado y porque se pagan en dólares. De manera que las negociaciones con los proveedores por volumen de compra y por pago adelantado, así como por ser la primera institución que suscribió un contrato o por ser la que ha mantenido las suscripciones por tanto tiempo, les ha permitido obtener descuentos importantes.
El ahorro que significan los descuentos de los proveedores les permiten hacer nuevas adquisiciones, afirmó la Licda. Briceño.
Incluso en las negociaciones ahora se incluyen las adquisiciones del Sistema Bibliotecario de la Educación Superior Estatal (SIBESE-CR) e incluso las de los sistemas bibliotecarios de las universidades afiliadas al Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA), de manera que el volumen de compra es mayor, porque en ocasiones se han unido hasta nueve instituciones, lo que les representa descuentos muy favorables.
En lo que hace falta una mayor inversión es en espacio físico, y en la adecuación de la infraestructura existente, para responder a las necesidades de hoy, según lo informó Briceño.
Por ejemplo citó la gran cantidad de personas que llegan con sus computadoras portátiles a las diferentes bibliotecas para realizar sus labores académicas; sin embargo, enfrentan dificultades para recargar las baterías de estos equipos, al no contar los edificios con la infraestructura eléctrica adecuada, sobre todo en las edificaciones más viejas, ya que la conexión eléctrica está al limite de sus posibilidades y no se puede sobrecargar.
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