Las mujeres son las más vulnerables y serán las más afectadas con los efectos de la crisis financiera en Costa Rica, aseguró la Dra. Montserrat Sagot Rodríguez, Directora de la Maestría Regional en Estudios de la Mujer de la Universidad de Costa Rica, durante la conferencia “El impacto de la crisis financiera mundial en las mujeres costarricense”, que dictó en la Sede de Occidente.
La Dra. Sagot durante su intervención realizó un recorrido por las causas de la crisis mundial, sus características, el contexto nacional y los efectos en el sector femenino y posibles soluciones.
Dentro de los aspectos más importantes sobre los orígenes de esta crisis mundial, Sagot mencionó una serie de factores que se vienen dando desde hace 15 ó 20 años como lo son: la superproducción a escala mundial, salarios bajos, escasez de empleo decente, un aumento del mercado de trabajo informal y bajos impuestos para los ricos y para las empresas.
La expositora afirma que se construye de esta forma un sistema muy volátil en el que no hay preocupación por crear empleo decente, por el capital productivo, por revalorizar la fuerza de trabajo, ni por mejorar las garantías sociales. De esta forma, a pesar de la superproducción, este sistema no se preocupa de que los trabajadores sean consumidores solventes.
Todo esto se da en un contexto de libre comercio, de liberalización económica, de los ajustes estructurales y del régimen de la organización mundial del comercio.
País mal parado ante la crisis
En el caso de Costa Rica, afirmó Sagot que se recibe la crisis con muchas deficiencias a nivel social lo que la hace más vulnerable. Añadió que en los últimos años “han habido cambios reales y profundos en la estructura social del país, un ensanchamiento de las élites, los niveles medios, antes muy fuertes ahora tienden a desaparecer, ampliación de la distancia social entre las élites y los sectores medios, la cohesión social se ha visto resquebrajada lo que redunda en altos grados de delincuencia”.
Mencionó que hubo un aumento de la pobreza, el ingreso real ha disminuido, los salarios mínimos son similares a los de dos décadas atrás, se da una caída del 6 % en el ingreso per cápita promedio real en hogares con ingreso conocido. Además, el país ha acumulado grandes sectores de pobreza y desigualdad, especialmente en regiones como la Brunca y la Chorotega.
Esto acompañado de un aumento de la brecha entre hombre y mujeres en términos de pobreza, de desempleo, de mercado de trabajo, de ingresos y de violencia.
Es por ello, que la expositora sostiene que los efectos de la crisis recaen en aquellos sectores menos capaces de enfrentarla y menos responsables de provocarla. Ante esto, expresó que las mujeres son las que llevan la peor carga ya que según los datos del Estado de la Nación de 2008, el desempleo femenino duplicaba al masculino, 6,7% y 3.3% respectivamente, igual sucede con el subempleo.
También son la mujeres las que más participan en empleos de baja productividad y más vulnerables ante la crisis, ya que ocupan un 45% ante un 25% masculino.
Otro punto importante que acota la especialista en género es que la jefatura femenina es significativamente mayor en los hogares más pobres y que en Costa Rica las mujeres jefas de hogar ya alcanzan un 23% y la cifra va en aumento.
Efectos y propuestas
Sagot mencionó que los efectos de la crisis para el sector femenino son preocupantes, ya que las mujeres tendrán tasas más altas de desempleo, un débil control de propiedades y recursos y se ubicarán en el sector informal en los puestos más vulnerables.
Como consecuencia, según Sagot se va a dar una alta vulnerabilidad para familias encabezadas por mujeres, necesidad de conseguir recursos adicionales en el sector informal, varios empleos de tiempo parcial con bajos ingresos, incremento en el estrés y otras enfermedades e incremento de la violencia.
Ante esta situación la investigadora propone que las políticas sociales para atender la crisis debe ser diferenciada por género; que se debe abandonar todas las políticas de desregulación; hacer políticas activas de creación de empleo decente, no solo en construcción de infraestructura ya que según su criterio, el estado tiene que volver a convertirse por lo menos temporalmente en un ente empleador y que promueva empleo.
Además, propone que se debe integrar la política económica en la política social, fortalecer la producción y el mercado interno, es decir propiciar la generación de recursos para la agricultura, para la microempresa, para las empresas de mujeres. También sugiere la creación de programas de inversión pública en salud, educación, cuido y otros servicios sociales y programas efectivos para mantener a los niños y las niñas en la educación.
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