“No se trata de hacerles creer a los niños que leer es divertido, ni tampoco de poner a competir a los libros con el play station. Leer es un placer, es una forma de amor por los demás, por uno mismo y por el ansia de saber, pero no es una diversión”.
Así lo aseguró el escritor español de literatura para niños y niñas, Gonzalo Moure Trenor, durante un foro sobre la creación literaria para la niñez y sus perspectivas, organizado por la Escuela de Formación Docente de la Universidad de Costa Rica (UCR).
La actividad contó con la participación de expositores como Moure, quien visitó el país con motivo de realizarse la Feria Internacional del Libro, en junio pasado; del escritor y profesor de la UCR, Carlos Rubio; de la escritora Mabel Morvillo Frisone; del poeta Mynor Arias y del promotor de lectura de Nicaragua, Eduardo Báez.
De acuerdo con Moure, reconocido escritor y ganador de numerosos premios sobre literatura infantil, es un error tratar de obligar a los niños y jóvenes a que lean, porque eso sería como decirles que se enamoren.
“¿Qué derecho tendríamos de decirle a cada uno de los niños en las escuelas que este verano se tienen que enamorar'?, entonces ¿porqué les decimos que este verano se tienen que leer tres libros?”, se preguntó Moure, autor de obras como Geranium, El beso del Sahara, A la mierda la bicicleta, El oso que le leía a niños y El síndrome de Mozart.
En España, según Moure, un 90% de la población infantil tiene el hábito de la lectura; sin embargo, esta cifra desciende a un 7% durante la época juvenil. “¿Dónde queda ese 83% de lectores, en qué agujero negro cae?”, comentó.
La respuesta para evitar la caída de los índices de lectura es a su juicio escribir libros en los que sientan la incomodidad de la vida y no “guantes de cinco dedos que se adaptan perfectamente a su mano”.
El autor español opinó que la revolución pendiente está en cómo se enfoque la creación literaria dirigida a la niñez: “El despertar en los niños y la necesidad de que piensen por sí mismos es tan importante que creo que lo que aquí se está jugando es mucho más valioso que lo que se puede estar jugando en una mesa de escritores de literatura adulta”.
Con su criterio coincidió Eduardo Báez, quien durante los últimos 15 años ha dirigido la organización promotora de la lectura “Libros para niños” en Nicaragua. La experiencia les ha demostrado -comentó- que el punto de partida para formar lectores es enamorarse de los libros y de la lectura y para ello deben tener acceso a libros y a las historias.
Para cumplir con esos objetivos, Báez dijo que las ediciones deben responder a parámetros de calidad: “La literatura para niños y niñas debe ser de buena calidad, bien escrita, los libros deben estar muy bien ilustrados, con letras grandes”.
Nuevos enfoques
Carlos Rubio afirmó que Costa Rica todavía vive el influjo del cambio radical ocurrido en la década de los años 70, cuando la Editorial Costa Rica creó el Premio Carmen Lyra, con el cual se trató de fomentar una literatura para niños con una propuesta distinta a la tradicional, basada en el folclor.
También influyó en este cambio la llegada al país de Mabel Morvillo, quien “venía al tanto de las nuevas corrientes con las cuales se estaba escribiendo en Argentina, su país natal, y en otras latitudes, lo que sirvió para que los autores costarricenses empezaron a pensar que había que hacer algo distinto”, recordó Rubio.
La nueva literatura se preocupó entonces por tomar en cuenta elementos de la ciencia ficción y abordar situaciones sociales que antes eran inexploradas, como la muerte, el trabajo infantil y la separación de los padres.
Para el autor de Pedro y su teatrino maravilloso y de la novela Papá es un campeón, los escritores de literatura para niños pueden hacer sus mejores aportes en el momento en que son niños, porque a estos “les interesa que una niña o un niño dialogue con ellos”, indicó.
Al respecto, Morvillo consideró que la literatura costarricense escrita para niños enfrenta el reto de actualizarse para lograr llegar al público deseado y, por lo tanto, quienes escriben literatura para niños están obligados a plantearse cómo es el niño, la niña y el joven de hoy.
“Es evidente que hemos mantenido una herencia de nuestros ancestros, pero en este momento tenemos que ver cómo provocamos un cambio, un replanteamiento de lo que nuestros chiquitos, chiquitas y jóvenes están esperando cuando un libro de literatura llega a sus manos”, comentó la autora, quien fue editora durante 14 años del Grupo Editorial Norma y autora de obras como Cuentos con dos cielos y un sol, El largo viaje de la carreta, El zoológico y Un tobogán en una burbuja.
Desde la perspectiva del poeta Mynor Arias, escribir para niños, niñas y jóvenes representa un enorme reto y no es una tarea fácil, como muchas personas piensan.
La creación literaria dirigida a la niñez y a los jóvenes implica mucho trabajo y responsabilidad, “es una disciplina constante, una lucha diaria, hay que estar observando, estar atento al mundo, vivir en el presente, procurar evolucionar el momento, ese es el reto de un escritor”, expresó el poeta, ganador del Premio Carmen Lyra 1999 con el poemario Canción de lunas para un duende y autor de la reciente obra Mi abuelo volaba sobre robles amarillos.
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