Joaquín García Monge, destacado intelectual costarricense de la primera mitad del siglo XX, fue uno de los máximos exponentes de los postulados del arielismo en Centroamérica, según el catedrático de la Escuela de Filosofía de la Universidad de Costa Rica (UCR) Dr. Arnoldo Mora Rodríguez.
“Desde el punto de vista filosófico, don Joaquín representa al arielismo en Centroamérica, y Rodó, con el Ariel, representa la primera expresión antinorteamericana, no marxista, producto del surgimiento del imperialismo norteamericano, aseguró Mora durante la conferencia “El legado de don Joaquín García Monge a 50 años de su muerte”, realizada en el auditorio Roberto Murillo de la Facultad de Letras.
El catedrático recordó y analizó la figura de García Monge como intelectual, escritor, educador y difusor del pensamiento político, científico y literario en la revista Repertorio Americano, “la revista cultural más prestigiosa de habla española durante la década de los años 20”, señaló Mora.
El legado del arielismo en América Latina y las huellas de esta corriente filosófica en destacados pensadores, entre ellos García Monge, es el tema del más reciente libro del Dr. Mora, El arielismo de Rodó a García Monge, publicado por la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia.
El Ariel es un ensayo filosófico escrito en 1900 por José Enrique Rodó, novelista y ensayista uruguayo, el cual está dedicado a la juventud e inspirado en la obra de teatro La Tempestad, del famoso autor William Shakespeare.
Mora explicó que García Monge fue “el gran rodosiano” costarricense y centroamericano, y el Repertorio replicó las ideas del Ariel al identificar como su interlocutor importante a las juventudes estudiosas del país.
A comienzos del siglo XX Costa Rica se destacó en el conjunto de naciones de América Latina, al constituirse en el segundo país de habla española que se alfabetizó, después de Argentina.
Este impulso a la educación fue propiciado por los gobiernos liberales durante la segunda mitad del siglo XIX, y García Monge perteneció a la primera generación beneficiada, lo que le permitió cursar la secundaria y luego realizar estudios universitarios en Chile, en donde se nutrió del pensamiento positivista.
A su regreso del país suramericano en 1904, García Monge encontró lo mismo que Rodó en Uruguay, una clase media urbana que había concluido la secundaria y tenía algunos estudios universitarios.
Por su parte, los maestros y profesores graduados de las escuelas normales eran un público que requería de lecturas y publicaciones en un país sin carreteras y lo único que existía era “el tren de Limón que traía una vez por semana paquetes de revistas y libros del extranjero”, afirmó el conferencista.
En los años 40, entre el 40% y el 60% de la población del Valle Central sabía leer y escribir gracias a la alfabetización generalizada, y es para ellos que surgió el Repertorio Americano.
Según Mora, “don Joaquín entendió que en nuestro país había un importante sector de población que leía no solo noticias de los periódicos, era gente con inquietudes intelectuales; además, los liceos eran preuniversitarios, se estudiaba latín y griego, había laboratorios de química, de física y de ciencias naturales, y buenas bibliotecas para la época”.
Con ese objetivo, el Repertorio Americano se convirtió en un medio de difusión cultural del más alto nivel que llenó el vacío existente en Costa Rica ante la ausencia de una universidad y en un contexto regional en el que reinaban dictaduras militares.
“Al cumplirse el aniversario 25 de la Revista, don Joaquín la definió como un convivio platónico, en donde los espíritus grandes coinciden, se reencuentran, participan de lo que él llamó el banquete de todas las ideas”, recordó Mora.
El Repertorio publicó artículos de los intelectuales de habla española más connotados, entre ellos tres textos originales del intelectual español Miguel de Unamuno y más de 27 originales de Gabriela Mistral, escritora chilena y Premio Nobel de Literatura.
Además, gracias al Repertorio Americano se dieron a conocer y adquirieron nombre destacados escritores costarricenses, entre los que figuran Max Jiménez, Carmen Lyra y Joaquín Gutiérrez.
Figura controversial
Para el Dr. Mora, García Monge fue un intelectual crítico, con inquietudes sociales, lo que le valió la persecución política en diferentes momentos de su vida.
Fue el creador del realismo social con la novela corta El moto, en la que el campesino aparece no como una figura folclórica, sino como un ser humano empobrecido, que sufre. Además, su formación académica en Chile contribuyó a su sensibilización y lo llevó a impulsar una reforma educativa dando énfasis a la formación de los maestros y profesores.
“Don Joaquín no fue -como tantas veces aparece en ensayos sobre su ideario- una especie de Santa Claus de barba blanca o un hombre inofensivo, inocente y puro, más allá del bien y del mal; no, él fue un hombre que levantó roncha, puesto que lo persiguieron tanto no fue por casualidad, tenía que tener una posición ideológica para que esto se diera”.
De acuerdo con el filósofo, García Monge fue perseguido primero por los hermanos Tinoco y luego por el Ex presidente León Cortés Castro y por el figuerismo en 1948. Además, en 1958 fue declarado Benemérito de la Patria y tuvo dos votos negativos en la Asamblea Legislativa de los ex diputados Frank Marshall y Fernando Volio Jiménez. “Ellos votaron en contra por el odio surgido durante la guerra del 48, eso le amargó la vida a don Joaquín y le precipitó la muerte”, agregó Mora.
La revista que García Monge publicó hasta su muerte en 1958, fue censurada en El Salvador y Guatemala, países en donde no podía ser distribuida.
El Dr. Mora también mencionó que el intelectual costarricense apoyó en su lucha a Augusto César Sandino de Nicaragua, y tomó una posición beligerante antifascista, lo cual originó que el encargado de negocios de Mussolini en Costa Rica lo acusara penalmente. “Esto muestra hasta que grado él levantó la conciencia crítica y lúcida de su época”, concluyó Mora.
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