Las provincias costarricenses de Limón y Guanacaste han sido excluidas históricamente de la toma de decisiones por los órganos del poder central, lo que las mantiene en un estado de pobreza y marginación.
Esta fue la principal conclusión del debate “Limón y Guanacaste: ¿Progreso o destrucción?”, organizado por el Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la Universidad de Costa Rica, con el fin de analizar desde diversas experiencias y vivencias y desde el Valle Central la situación actual de estas regiones del país, explicó el moderador de la mesa, el sociólogo Dr. Manuel Solís Avendaño.
“Reconocemos un grave pecado de vallecentrismo que estamos tratando de enmendar”, dijo Solís.
Según el académico, Limón y Guanacaste son noticia diaria en los medios de comunicación y aunque muchas veces se habla de progreso y de nuevos proyectos, hay problemas que se dejan de lado ante los cuales es imposible ser indiferentes.
Centro y periferia
De acuerdo con el Lic. Julio César Jaén Contreras, abogado guanacasteco y exjuez superior de Liberia, el modelo de desarrollo del país centralizado en el Valle Central ha repercutido en forma negativa en el resto de provincias y cantones.
“Nos han administrado mal, por la vía del decreto han hecho dos regiones: una central desarrollada y otra periférica subdesarrollada”, opinó Jaén.
Para el jurista hay tres hechos históricos que han marcado el desarrollo de Guanacaste: la anexión a Costa Rica en 1824, la apertura de la carretera Interamericana en 1956 y más recientemente la construcción del Aeropuerto Internacional Daniel Oduber. Estas dos últimas obras de infraestructura en vez de servir para integrar a la provincia con el resto del mundo han traído mayor pobreza y la venta de los recursos naturales a empresas extranjeras.
El Lic. Jaén consideró que tampoco ha habido un manejo abierto de la información por parte de los gobiernos sobre los proyectos turísticos en Guanacaste, uno de los principales polos de atracción turística de Costa Rica. Según cifras oficiales, en el 2007 ingresaron a esta provincia alrededor de 200.000 turistas extranjeros.
“Las regiones periféricas deberíamos encontrarnos y plantear el derecho a nuestra participación en los órganos con poder de decisión”, enfatizó Jaén, ya que las regiones que sacrifican sus recursos naturales en aras del desarrollo turístico deberían tener un reconocimiento.
Con la misma visión de Jaén, el escritor limonense Quince Duncan, autor de numerosas novelas y ensayos, entre otros El negro en Costa Rica (1972), Final de calle (1980) y Ensayo contra el silencio (2001), resumió en cuatro puntos la situación social, económica y cultural de la provincia de Limón: invisibilización de la cultura, marginalidad, estigmatización y exclusión del poder.
“No somos parte de Costa Rica. En el imaginario nacional no existimos”, dijo Duncan, para quien hasta en la literatura se reproduce esta forma de pensar. “Aparte del ‘monito‘ Cocorí (en alusión al personaje central de la obra Cocorí, de Joaquín Gutiérrez) no existe en el país una imagen del negro”, añadió.
Esta situación de marginalidad y exclusión se expresa en la mala calidad de los servicios públicos que recibe la población limonense.
El “sello” que se imprime sobre Limón como la provincia más conflictiva e insegura forma parte de la estigmatización de esta región del país, lo que contribuye a aislarla. En esta “criminalización” de la zona -advirtió el escritor- tienen un papel muy activo los medios de comunicación.
La exclusión del poder es otra constante en la historia de las regiones periféricas del país, a pesar de que Limón, Guanacaste y Puntarenas han sido provincias decisivas en términos de votos para la elección de algunos presidentes de la República. Pero, ¿qué cuota de poder hemos tenido?, se preguntó Duncan.
“El clientelismo político -agregó-, lamentablemente nos hace volver a votar en el mismo sentido. Entonces lo que tenemos es exclusión del poder y manipulación política del poder”.
Para Duncan, “la actitud colonialista del Valle Central y sus esferas políticas nunca van a cambiar a favor de las provincias periféricas, sino el día en que estas digan basta, se acabó”.
Conflicto por el agua
Carlos Arguedas, presidente de la Asociación Ambientalista de Siquirres, se refirió a la contaminación de los ríos en la zona Atlántica como resultado del cultivo del banano y la expansión de la siembra de piña, especialmente en los cantones de Siquires y Guácimo.
“No hay vida en esos ríos”, aseguró Arguedas, quien fue obrero bananero y resultó afectado por el nemagón en los años 80.
Desde 1998 hasta el 2007 se registraron 15 casos de muerte masiva de peces en ríos y quebradas aledañas a las fincas bananeras, y entre los efectos más graves de la expansión piñera citó la contaminación de aguas subterráneas con residuos de agroquímicos tales como el bromacil, que se usa para la eliminación selectiva de hierbas y es altamente tóxico.
La contaminación de fuentes de agua para consumo humano provocó que algunas comunidades, como El Cairo, La Francia y Milano, hayan tenido que consumir agua suplida por tanques cisternas.
Por su parte, el Lic. Alonso Ramírez, politólogo de la UCR e investigador de los conflictos socio-ambientales en Guanacaste relacionados con el recurso hídrico, expresó que el problema del agua está relacionado con el esquema de desarrollo seguido en esta provincia en las últimas décadas, pero se ha intensificado recientemente.
Ramírez indicó que las aguas superficiales de la provincia están contaminadas y se depende de las aguas subterráneas, en un momento en que la demanda aumenta a raíz del boom turístico y del crecimiento de las ciudades costeras.
Al mismo tiempo, los acuíferos están amenazados de contaminación con agua salina, lo que implicaría que no se podrían utilizar más.
“Existen normas que protegen el recurso hídrico, pero su defensa no es de interés político inmediato”, aseveró el politólogo.
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