El M.A. Carlos Humberto Aguilar Piedra, Profesor Emérito de la Escuela de Antropología y Premio Nacional de Cultura MAGÓN 2004, falleció el 31 de marzo, a los 90 años, dejando un legado cultural y académico muy grande.
En una semblanza que realizaron sobre su vida, las antropólogas, Ana Cecilia Arias Quirós, Margarita Bolaños Arquín, Maureen Sánchez Pereira y María Eugenia Bozzoli Vargas, lo destacan como el primer arqueólogo del país, el que más trabajó en lo que es hoy el Monumento Nacional de Guayabo y el que logró establecer la secuencia cultural del Valle Central.
Las cuatro amigas, ex alumnas y colegas consideran que “Los esfuerzos extraordinarios que el profesor Aguilar ha realizado en su vida profesional, han estado matizados por su compromiso con la protección, la conservación y el conocimiento del patrimonio arqueológico costarricense y centroamericano”, según consta en los Cuadernos de Antropología No 13.
Don Carlos fue docente en la Universidad de Costa Rica desde 1962 hasta 1980, cuando se jubiló. Tuvo a su cargo las Cátedras de Arqueología de América y Arqueología de Costa Rica. “Con su llegada a la Universidad de Costa Rica, la arqueología adquiere categoría profesional y se le asigna un espacio importante dentro del conjunto de las Ciencias Sociales”, aseguran las antropólogas.
Producto de la labor que desarrolló en Guayabo publicó el libro Guayabo de Turrialba Arqueología de un sitio indígena prehispánico, obra que aún sigue siendo consultada.
En 1968 creó el Laboratorio de Arqueología de la Escuela de Antropología, el cual lleva su nombre en reconocimiento a la gran labor e interés por conservar el patrimonio arqueológico nacional, pues fue un luchador incansable contra los comerciantes y huaqueros que venden o destruyen el patrimonio.
El laboratorio abrió sus puertas con colecciones arqueológicas de 1942, como es el material cultural del sitio Retes, ubicado en las faldas del Volcán Irazú y se fue enriqueciendo con el paso de los años con material arqueológico de muchos sitios investigados.
Don Carlos Aguilar Piedra reportó cerca de trescientos sitios arqueológicos en todo el país y las investigaciones posteriores han ampliado esa cifra a seiscientos.
El trabajo de Guayabo y otro titulado Contribución al estudio de las secuencias culturales en el área central de Costa Rica, le permitieron escribir luego la Secuencia cultural para el Valle Central de Costa Rica, obra que a criterio de las antropólogas fue su mayor aporte intelectual.
Después del trabajo de don Carlos “la temprana presencia indígena en el territorio y sus aportes culturales no pudieron seguir siendo ignorados”, afirman en su semblanza.
Él estudió en el Colegio San Luis Gonzaga de Cartago, provincia en la que trabajó como maestro en Tucurrique, en la Gloria, Tejar y Llano Grande. Luego laboró en el Museo Natural del Museo Nacional de Costa Rica.
Con una beca estudió arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México y se gradúa en 1946. Su tesis la dedica a la orfebrería mexicana, aunque durante su vida mostró mucha inclinación por la orfebrería prehispánica en general, la cual no solo la estudió sino que además la practicó como artesano.