Anticomunismo reformista: competencia electoral y cuestión social en Costa Rica (1931-1948) es una publicación que plantea el origen de la reforma social que se produjo en la Costa Rica de la segunda mitad del siglo XX desde una nueva perspectiva que pone en contradicción las principales interpretaciones historiográficas de la década de 1940.
Su autor, el historiador Iván Molina Jiménez, comenzó la escritura de este libro en el año 2004 a partir de una investigación realizada en el Instituto de Investigaciones en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA), al respecto Molina comentó que estudiando la historia del fraude electoral en esa época se encontró con que muchas de las cosas que se planteaban sobre el Partido Comunista no eran correctas, lo que lo impulsó a iniciar una investigación más a fondo sobre los principales acontecimientos que rodean la reforma social costarricense de 1940.
Uno de los principales aportes del libro es que se visibiliza la relación entre la Iglesia y los políticos del Partido Reformista, relación en la cual ambos grupos tenían intereses de por medio, según el autor. La Iglesia se interesaba en derogar la legislación que limitaba la educación religiosa, mientras que los políticos católicos estaban interesados en tener al apoyo de la Iglesia para obtener más rendimientos electorales en las urnas.
En este libro el Partido Comunista se muestra en el espejo del anticomunismo, se conoce a través de la mirada de sus adversarios, explica el autor. A partir de la década de 1930 el Partido Comunista comienza a tener mayor participación en la vida política nacional y logra acceder a mayor número de escaños en el Congreso, esta tendencia preocupa a los políticos católicos (entre ellos destacan Rafael Calderón Muñoz y Rafael Angel Calderón Guardia) por las ganancias electorales que estaban obteniendo los comunistas.
A raíz de esta situación y ante la crisis económica y la agudización de los problemas sociales, los políticos católicos plantean que es necesario dar una respuesta institucional porque es la única forma de frenar a los comunistas, quienes estaban denunciando ampliamente los problemas sociales desde una posición legal. A partir de este momento se fortalece la relación entre los políticos y la Iglesia con el fin de reprimir al partido comunista que venía ganando terreno.
La tendencia de los políticos católicos pertenecientes al Partido Republicano Nacional (único partido mayoritario de la época) estuvo más inclinada a utilizar la cuestión social con fines electorales y estaban dispuestos a derogar la legislación anticlerical con tal de ganarse el respaldo de la Iglesia Católica, plantea el historiador Iván Molina.
Añade que la reforma social de la década de 1940 tuvo fundamentalmente un origen anticomunista, contraponiéndose a las versiones de la historia oficial que explican la reforma social únicamente a partir del papel desempeñado por Rafael Angel Calderón Guardia, Manuel Mora y Víctor Manuel Sanabria.
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