Una creciente conciencia de la relación entre la vida humana y el ecosistema y de la importancia de reinventar formas de convivencia entre naturaleza y comunidad son características que les permiten a los pueblos ubicados en las cercanías del Parque Nacional Carara sobrellevar las amenazas del desarrollo.
Esos son los principales resultados de la investigación realizada por el antropólogo Diego Lobo Montoya como tesis de licenciatura en antropología, entre el año 2002 y 2007, con las comunidades de El Barro, Turín, El Zorro, El Sur, Bijagual, San Isidro y La Hacienda asentadas en los alrededores del Parque Nacional Carara, ubicado al sureste de la ciudad de Orotina, en Puntarenas.
La investigación demuestra que en estas comunidades existe una importante conciencia ecológica, que se refleja en el surgimiento de pequeños proyectos productivos alternativos que buscan el mejoramiento de los ecosistemas y la conservación.
Esto se evidencia en el aumento de organizaciones comunitarias, que el investigador constató entre el año 2002 y 2007, además del impulso a la educación y la gestión de nuevas formas de convivencia que se expresan a través de talleres y diversas dinámicas locales.
El estudio destaca que en Carara existen muchas organizaciones que participan de la vida pública y desarrollan actividades significativas de educación ambiental, organización comunitaria y participación en la vida local. Entre ellas están: Arbofilia, Agua viva, Lappa, Asociación de pequeños productores de barro, Grupo de mujeres del barro, ASADAS, comités de acueductos, asociaciones de desarrollo, asociaciones de diferentes iglesias, entre muchas otras.
Crisis regresiva vrs auto-eco-reorganización
A pesar de que estas dinámicas de organización comunal se están fortaleciendo en la zona, hay un proceso muy fuerte de crisis regresiva, es decir, situaciones que alteran el funcionamiento del sistema y atentan contra su autoreproducción, señala el estudio.
En los procesos de desarrollo local de las comunidades de Carara, el investigador encuentra una constante disputa entre, lo que él denomina fuerzas disolutivas y fuerzas autoreorganizativas, las primeras se refieren a los desarrollos mega turísticos en los cuales, caseríos rurales se convierten en villas de lujo para extranjeros adinerados. Estas prácticas ponen en peligro el equilibrio ecológico, el desarrollo social y amenazan con disolver la vida comunitaria de la región.
Por otro lado, el estudio concluye que en Carara existen fuerzas auto-eco-reorganizativas que enfrentadas a las fuerzas negativas, demuestran cohesión y solidez ya que poseen un sustento cultural, imaginario y reflexivo muy propio de las comunidades. Además, la gente socializa esas ideas personales sobre la importancia del ambiente en sus vidas, en su tradición y en el equilibrio planetario y las llevan a un plano comunal, lo cual les da un sustento público, comunicativo y deliberativo.
Esta visión se expresa en un comentario de un campesino de Bijagual recogido por el investigador en el año 2002: “el bosque es importante por cuidar la vida de uno, mire, eso del oxígeno que purifica el aire, hay tanta cosa, que yo no puedo concebir algo diferente. Aquí la gente sabe eso, que la montaña limpia el aire, toda la contaminación y además el agua, por eso yo hallo que el parque es tan importante, porque diay, al final hasta cuida la vida de uno, la gente se ha educado en eso y ahora si lo saben: la ecología es importante”.
Modelo a seguir
La investigación plantea que este tipo de tendencias existentes en Carara son la única posibilidad de luchar contra la desintegración del microsistema social ante los principios anti-organizativos que actualmente enfrentan las comunidades.
El antropólogo Diego Lobo considera que es necesario integrar y utilizar al máximo los antagonismos de forma organizativa en diversos campos, por ejemplo establecer beneficios para las comunidades de la inversión turística o negociar buenas prácticas con el ambiente, así como generar dinámicas que movilicen a la gente y faciliten la discusión de los asuntos públicos.
Para las pequeñas comunidades rurales es necesario ser capaces de auto-organizarse y autodefenderse para que las mismas no desaparezcan. Además es necesario que por cada influencia negativa que llegue a las comunidades, éstas tengan la capacidad de seguir planteando nuevas organizaciones, visiones, proyectos privados y personales, aprovechando la gran diversidad de recursos naturales existentes en la zona.
A partir del estudio, Lobo plantea propuestas a las comunidades para seguir el modelo de desarrollo auto-eco-reorganizativo presente en Carara, fortalecimiento de los procesos identitarios y de arraigo de tal forma que las personas, por si mismas, aprendan a amar lo propio. Considera que para ello se requiere capacidad de gestión y organizaciones que ayuden a la gente, así como políticas públicas al respecto. Además es importante poner a la gente a discutir sobre estos temas y exigir la aplicación de normativas que regulan el impacto ambiental de los proyectos de desarrollo turístico.
El antropólogo Diego Lobo Montoya, inició la investigación en el año 2002 con el fin de conocer sobre la cacería en las zonas aledañas al Parque Nacional Carara. Más adelante, en el año 2005, retoma su estudio en esta región con la idea de investigar sobre las organizaciones locales. Finalmente analiza la dinámica de estas comunidades desde una perspectiva sistémica y ecológica.
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