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Etnólogo francés habla del mundo psíquico de los otomíes

24 ago 2007
Dr. Jacques Galinier en conferencia
El Dr. Jacques Galinier en una de sus conferencias explicó las homologías entre la teoría freudiana y la etnoteoría otomí.

Al igual que lo hizo el creador del psicoanálisis en el siglo XIX, Sigmund Freud, en el pensamiento indígena mesoamericano existe una teoría del psiquismo humano.

Así lo afirmó el Dr. Jacques Galinier, etnólogo francés, quien durante muchos años ha investigado al grupo indígena otomí, una de las poblaciones más antiguas que habitan la parte central de México.

El Dr. Galinier, quien es miembro del Laboratorio de Etnología y Sociología Comparativa de la Universidad de París X, Nanterre, Francia, visitó la Universidad de Costa Rica (UCR), en donde ofreció tres conferencias sobre temas relacionados con su campo de estudio.

Estuvieron a cargo de su organización el Sistema de Estudios de Posgrado y el Programa de Posgrado en Antropología.

La visita se realizó en el marco del convenio entre la UCR y el Centro Cultural y de Cooperación para América Central de la Embajada de Francia en nuestro país.

Interioridad y exterioridad

El académico afirmó que tradicionalmente la Antropología y la Sociología, como disciplinas de las Ciencias Sociales se han ocupado de la exterioridad humana, mientras que el mundo privado y la interioridad han sido campos de estudio “que le hemos dejado a los psicólogos”.

Pero la cultura no funciona así. “No hay de un lado un aspecto privado de las emociones y del otro lado una proyección social, la mitología, los rituales o la organización política”, añadió.

En su caso, la necesidad de explicar su experiencia etnográfica lo llevó después de 20 años de trabajo a acercarse a la teoría freudiana, la cual -según expresó- es poco conocida entre los antropólogos y las antropólogas.

“Los otomíes, a través de su propio sistema cultural, me han llevado hacia esa apertura crítica a la metapsicología freudiana, a lo que yo no hubiera imaginado hace 30 o 40 años, pero que poco a poco se impuso por las homologías profundas entre la teoría freudiana y la etnoteoría otomí”, relató.

Por lo tanto, la Antropología requiere integrar la vida psíquica humana en la construcción de sus conceptos, y de hecho ya lo ha empezado a hacer, al incorporar nuevas áreas de estudio relacionadas con la interioridad del sujeto, tales como la Antropología de los afectos.

“Hay un punto para el cual no tenemos la clave, que es la cuestión de la actividad psíquica y del funcionamiento del código psicosexual, con el fin de integrar la dimensión privada en la dimensión colectiva de las representaciones. Y la única disciplina que lo hace es el psicoanálisis”, aseguró el etnólogo.

Puntos de encuentro

En su investigación de campo, el etnólogo francés encontró coincidencias entre cómo los indígenas otomíes construyen su percepción de la interioridad y exterioridad humanas y de la relación entre cuerpo y mundo con los métodos del psicoanálisis, para poder explicar una serie de fenómenos que escapan a la conciencia.

La cultura otomí ha sido dominada desde hace 2.000 años, primero por las civilizaciones que se establecieron en el centro de México, los toltecas y los aztecas, y luego por los españoles durante la época colonial y hasta nuestros días.

“Es una población de parias, de mercenarios, de infrahumanos, en comparación con los demás pueblos de Mesoamérica. No han dejado huellas espectaculares como pirámides o códices, pero tienen una cosmovisión mucho más refinada y compleja, en cuanto a su capacidad de entender el mundo “del otro lado” (la interioridad humana), expresó Galinier.

Para el investigador, los otomíes crearon una metapsicología indígena, a pesar de no haber conocido a Freud. Se trata de “una teoría del psiquismo humano que es a la vez una cosmología, una ontología, y muy parecida a la teoría freudiana”, aclaró.

El mismo Freud dijo que él no inventó una visión del mundo, porque el psicoanálisis es un método de investigación del psiquismo humano, recordó Galinier.

El etnólogo francés basó su análisis en tres puntos comunes entre ambas teorías. El primero es la doctrina energética, cuyo concepto básico es la fuerza; el segundo es la doctrina de lo político o el conflicto, según la cual el interior y el exterior están en relación dialéctica permanente.

Finalmente, el tercer punto es la doctrina del “Viejo saco”, como se le llama a un personaje ritual del carnaval, que a la vez es el principio fálico y una bolsa que se ubica en la parte inferior del cuerpo humano, en donde están los órganos genitales y se acumulan las experiencias de la humanidad.

De acuerdo con Galinier, en ambas teorías hay una cuestión central: el inconsciente. Pero para los indígenas, el inconsciente no es individual, es colectivo, cultural y social. El concepto de persona en su teoría no existe. “Aquí hay una separación con Freud”, aseveró.

Otro aspecto importante de destacar es que para los otomíes, la interioridad humana tiene una dimensión sexual esencial.

Al respecto, Galinier expresó: “Los otomíes proyectan al exterior lo que está en el interior. Además, indican la vía por la cual hacen entrar al interior del cuerpo humano (por el canal de los conflictos) lo que está en el exterior. Es decir, no solamente nos dan una radiografía del cuerpo humano a través de una serie de instancias jerarquizadas, y una radiografía del universo con la misma estructura, sino también de un mundo animado de fuerzas antagónicas que entran y salen del cuerpo, dentro de las cuales está la dimensión sexual”.

En conclusión, los otomíes, al igual que otras culturas indígenas mesoamericanas, han buscado una solución a lo que escapa a la conciencia.

Patricia Blanco Picado.
Periodista Oficina de Divulgación e Información
pblehjvanco  @cariariuuem.ucr.ac.cr

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