Como si el propio hombre y artista se sentara frente al público para descubrir su obra, su infancia, su sensibilidad y su forma particular de ver la vida, el pasado martes 29 de mayo, a sólo tres días de que se cumplieran 100 años del nacimiento de Francisco Amighetti, se efectuó un emotivo homenaje.
Poesía, música y actuación se conjugaron para presentar los poemas del maestro Amighetti quien cultivó el arte de la palabra, la pintura y el grabado. Amighetti fue uno de esos artistas costarricenses que trascendieron las artes plásticas porque tuvieron la necesidad de decir diferentes cosas en diversos lenguajes, explica el historiador del arte y amigo personal de don Paco, Carlos Guillermo Montero. Por eso, junto al grabado y la pintura incursionó en la poesía y la prosa.
El encuentro La voz de don Paco, que se realizó en el Auditorio de la Facultad de Bellas Artes de la UCR, forma parte de las actividades conmemorativas de los 100 años del natalicio del artista Francisco Amighetti Ruiz, organizadas por la Escuela de Artes Plásticas de la Universidad de Costa Rica y la Cátedra que lleva el nombre del artista.
Para dar inicio a la actividad, la dramaturga María Bonilla, Directora de la Escuela de Artes Dramáticas, interpretó versos de la creación de don Paco acompañada por la guitarra y el canto de Luis Diego Solórzano. La puesta en escena evocó la sencillez y la profundidad que caracterizan la poesía del artista.
En la lectura de los versos participaron la poetisa Julieta Dobles y los filósofos Roberto Villalobos y Alexander Jiménez, quienes intercalaron la lectura de poemas y prosa autobiográfica. Los invitados quienes compartieron la amistad del maestro invitaron al público presente a reflexionar acerca del pensamiento de este costarricense.
En el encuentro se reveló el significado que tuvo para el artista la luz y la sombra, la forma en que expresaba una realidad cruda a través del grabado y la faceta sublime de la vida en sus pinturas de acuarela. Además la línea y el dibujo aparecieron como elementos que también tenían un significado existencial para el artista, ya que con ellos lograba dar vida a sus retratos. El dibujo era para él casi una manía que lo acompañó hasta la vejez cuando ya no podía trabajar el grabado.
La fe en la religión, los parques, la soledad, la muerte y la vida cotidiana en la Costa Rica de antaño fueron temas que le apasionaban y que están presentes tanto en su obra gráfica como en su obra literaria. Pero el motivo que marcó con mayor dramatismo la vida y obra de don Paco fue “la ventana”.
Tras la ventana se vislumbra la vida exterior o la actividad de las gentes de pueblo, al mismo tiempo, deja ver la turbulencia y la problemática interna, lo familiar, lo propio. El filósofo y escritor Rafael Angel Herra quien fuera amigo de don Paco y escritor de la obra “El desorden del espíritu. Conversaciones con Amighetti”, ha descubierto la importancia de ese elemento en la obra del pintor.
Así mismo, Amalia Chaverri Fonseca estudió minuciosamente la presencia de “la ventana” en la obra literaria de Amighetti la cual está presente reiteradamente en sus poemas y a través de ella se puede reconstruir su vida.
A la lectura asistieron familiares, amigos y alumnos del maestro quienes lo describieron como un amigo fiel, un maestro carismático e inspirador, destacaron su buen humor, su generosidad y su sentido de la justicia. Sus hijas Olga y Marta lo recuerdan como un padre amoroso y un maestro de vida.
El viernes 1 de junio se cumplieron 100 años del natalicio del artista, a partir de esta fecha y durante todo el mes en la Galería de la Rectoría de la Universidad de Costa Rica estarán expuestos los grabados que ilustran el libro “Francisco en Costa Rica”, un ensayo autobiográfico de las realidades que conoció don Paco, sus viajes, la gente con la que creció y el paisaje que lo circundaba.
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