Una amplia participación de estudiantes universitarios avivó los ánimos y el ambiente de debate con fuertes aplausos, insultos, gritos y hasta interrupciones durante la Segunda Tribuna Académica en la cual participaron los candidatos presidenciales Álvaro Montero Mejía, Humberto Vargas Carbonell y Ricardo Toledo Carranza.
Este debate con los candidatos de los partidos Rescate Nacional, Izquierda Unida y Unidad Social Cristiana fue organizado por la Escuela de Ciencias Políticas, el Posgrado Centroamericana en Ciencias Políticas y la Comisión para la creación del Centro de Estudios José María Castro Madriz.
El más atacado fue Ricardo Toledo, aunque también el público se manifestó en contra de Oscar Arias Sánchez, candidato del Partido Liberación Nacional, quien no participó alegando la agresión verbal de que fue víctima el 19 de julio anterior, cuando iba a participar en una entrevista en al Canal 15.
Durante el bloque de preguntas que se formularon entre sí los candidatos, Vargas Carbonell lanzó la pregunta de si Arias Sánchez tiene credenciales morales para volver a la Presidencia de la República.
Toledo criticó que no haya llegado al debate a responder los cuestionamientos de los universitarios, pero dijo que será el pueblo, con su voto, el que decidirá si tiene credenciales o no para llegar a ser Presidente de nuevo.
Por su parte, Montero Mejía dijo que lo más grave del candidato de Liberación Nacional es que representa las fuerzas más radicales de la sociedad costarricense.
Una de las más airadas protestas la hicieron los estudiantes contra Toledo cuando él respondía a la pregunta sobre el colapso de los servicios que ofrece el Sistema Nacional de Salud, y lo tildaron de xenofóbico y racista.
El manifestó su intención de que los migrantes paguen sus cuotas para ser cubiertos en la seguridad social o que los gobiernos de sus países de procedencia se hagan responsables de ellos, pues según afirmó los recursos económicos ya no alcanzan para atender todas las necesidades.
El candidatos del PUSC mantuvo siempre la ecuanimidad y el autocontrol, con sonrisas frecuentes sobre las críticas de que era objeto. Incluso calificó el ambiente “de sabroso para el debate,” cuando Montero Mejía indicó que Oscar Arias no participó porque temió al ambiente hostil que iba a encontrar y Toledo le corrigió el adjetivo.
Los tres candidatos coincidieron en la necesidad de descentralizar y desconcentrar el Estado y de darle más participación a las municipalidades y en no aceptar los alimentos transgénicos como una forma de incentivar la producción agroalimentaria.
Montero Mejía y Vargas Carbonell fueron los más aplaudidos por sus fuertes críticas al sistema capitalista, a la pobreza y al desempleo en la zona rural y en los litorales, a las políticas económicas adoptadas por el gobierno que trata de beneficiar a las grandes empresas nacionales y extranjeras, pero que no promueve ni apoya al sector agrícola y productor.
Ambos coincidieron en sus criterios sobre la desigualdad social, se manifestaron a favor de fortalecer los servicios de salud públicos, de hacer inversión en infraestructura, protección para la flora y fauna, para el agua y los mantos acuíferos, así como establecer colaboraciones científicas y tecnológicas que sean para beneficio del pueblo.
Manifestaron que el pueblo costarricense no seguirá aceptando que solo el sector económicamente más rico sea el único beneficiado de la política imperante.
Los dos se oponen a la apertura bancaria y comercial y a la eliminación de los monopolios nacionales.
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