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IV Semana de la Diversidad Lingüística homenajeó a especialista en toponimia

Deguste los lugares 'comestibles' de Costa Rica

La investigadora Flor Garita Hernández dio a conocer casi 700 pueblos, quebradas y otros del país que tienen nombre de comida durante la IV Semana de la Diversidad Lingüística.
15 jun 2017Artes y Letras

Ilustración de un queso, una olla de carne y un gallo pinto.
La homenajeada de la IV Semana de la Diversidad Lingüística, Flor Garita, expuso sobre los 692 lugares con nombre de alimentos que ha identificado en Costa Rica (ilustración: Rafael Espinoza).

¿Sabía que casi 700 pueblos, ríos, volcanes, playas y calles de Costa Rica tienen nombres de comida?

La destacada lingüista M. L. Flor Garita Hernández repasó varios de estos nombres, desde Achiote hasta Zapotillal, pasando por Gallo Pinto y Medio Queso, durante la conferencia inaugural “Toponimia y gastronomía en Costa Rica” de la IV Semana de la Diversidad Lingüística.

Garita, la homenajeada de esta edición, sabe de lo que habla: durante cerca de 25 años, ha publicado cinco libros y dirigido tres tesis sobre los nombres de los lugares de Costa Rica (rama llamada toponimia), con lo que abarcó la totalidad del territorio nacional.

“Cuando se decidió dedicarle la Semana de la Diversidad Lingüística a doña Flor, fue por su trabajo de casi 30 años sobre la toponimia del país. Es un trabajo que mapea absolutamente todo el país y va más allá, va incluso a la red vial, a las urbanizaciones… Eso no pasa en casi ningún país del mundo”, dijo el Dr. Carlos Sánchez Avendaño, coordinador de la actividad y exalumno de la homenajeada.

Del Gallo Pinto al Almuerzo

Gallo Pinto. 1. Pueblo de Limón llamado así por la diversidad de sus habitantes. 2. Pueblo de Alajuela bautizado por el nombre de una pulpería y cantina.

La M. L. Flor Garita Hernández tiene más de 25 años recorriendo Costa Rica para conocer el porqué de los nombres de los pueblos, volcanes, ríos y más. Nuestro desayuno tradicional no podía faltar (ilustración: Rafael Espinoza).

Medio Queso: poblado y un río en Los Chiles. El nombre vendría de un panguero al que se le pagó un viaje con la mitad de un queso, pero que se le cayó al río.

Una anécdota le habría dado el nombre a Medio Queso, un pueblo cerca de la frontera norte del país (ilustración: Rafael Espinoza).
 

Almuerzos: quebrada en San José llamada así porque era ahí donde la gente comía.

"¿Cómo es que se pone el nombre, cuál es el hábito de la gente? ‘¡Mirá, ahí donde almorzamos! ¡Mirá, ahí donde hay carne!’, hasta que se queda quebrada Carne o quebrada Almuerzos”, comentó la investigadora Flor Garita (ilustración: Rafael Espinoza).

Olla de Carne: foco volcánico en Alajuela del complejo del Tenorio

Tras casi 25 años de estudiar los nombres oficiales de los lugares de Costa Rica, la catedrática Flor Garita identificó algunos muy particulares (ilustración: Rafael Espinoza).

Carne: quebrada en Cartago. Bautizado así porque los monteadores encontraban ahí pescados para comer.

La investigadora Flor Garita, especialista en toponimia, nos cuenta las costumbres de toda Costa Rica a través de los nombres que le ponemos a los pueblos, ríos, volcanes y más (ilustración: Rafael Espinoza).

Tamales: un poblado y una quebrada en Puntarenas.

Tamales es el nombre de un poblado, una quebrada y una playa cerca de Carate, Puntarenas, aunque la investigadora Flor Garita no logró identificar el porqué. ¿Cuál creés que sea la razón? (ilustración: Rafael Espinoza).

Chorizo: quebrada de Cartago bautizada por su forma ondulada.

¿Qué tiene que ver un embutido con un río? La toponimia, el estudio del origen de los nombres de los lugares, nos da una respuesta (ilustración: Rafael Espinoza).
La investigadora de la UCR reunió para su ponencia una lista de 692 nombres de lugares “comestibles” y algunas de sus historias. Por ejemplo, Gallo Pinto designa por un lado un pueblo en Limón con gentes muy diversas y por otro un pueblo en Alajuela cuya pulpería y bar se llamaban así.

Otros nombres de comidas tradicionales son Mondongo y Olla de Carne (se trata de dos conos volcánicos) o Tamales (un poblado en Puntarenas).

También los ríos tienen su historia: en Pérez Zeledón hay una quebrada que se llama Almuerzos. “Cuando la gente iba a trabajar, comía a la orilla de la quebrada. ¿Cómo es que se pone el nombre, cuál es el hábito de la gente? ‘¡Mirá, ahí donde almorzamos! ¡Mirá, ahí donde hay carne!’, hasta que se queda quebrada Carne o quebrada Almuerzos”, comentó la investigadora Flor Garita durante su conferencia.

De acuerdo con sus datos (a los que está por agregar más nombres), la mayoría de lugares “comestibles” se llaman como un fruto (cerca del 45%): Bananos, Limón, Naranjo, Pejibaye, Platanar, Tamarindo… Así, tenemos más de 30 lugares que se llaman Cacao, con al menos 9 poblados, una playa y un estero, varios cerros y muchos ríos. Por otra parte, Zapote, Zapotal y Zapotillal nombran cerca de 90 lugares, incluyendo al que alberga la Casa Presidencial.

Después de los frutos, aparecen los pescados y mariscos (10%), como Barbudal, Camarón, Sabalito y Peje.

A pesar de su productiva carrera como investigadora, la profesora Garita Hernández se sorprendió cuando le dijeron que sería la homenajeada de la IV Semana de la Diversidad Lingüística. “No sé, yo investigué y trabajé, pero nunca para recibir ninguna recompensa. Yo amo mi profesión, yo soy una profesora de nacimiento”, dijo.

“Ahora me siento muy halagada, y estoy asustadísima por todas esas cosas que salieron después de que escribí los libros porque, imagínese, uno no piensa que vayan a salir cosas así tan interesantes”, agregó la investigadora.

Un cambio radical

Flor Garita Hernández ingresó a la UCR en 1966 a estudiar Matemáticas, un área que considera cercana a la Lingüística. Sin embargo, como perdió un primer curso, se cambió a otra carrera que le apasionaba para evitar perjudicar su beca.

Flor Garita Hernández
La especialista en toponimia Flor Garita Hernández es reconocida como una gran lingüísta, pero entró a la UCR para estudiar Matemáticas (foto: Laura Rodríguez).
“Hablé con el director (de la Escuela de Filología) y me dice: ‘¿Usted sabe que está dando un cambio radical?’. ‘Claro que sí, pero yo quiero estudiar Lingüística’ –que todavía ni siquiera existía, sólo era la Filología-. Entonces me quedé aquí”, relata.

Más adelante, Garita llegaría a ser la primera mujer directora de la Escuela de Filología, Lingüística y Literatura y crearía la maestría de Español como Segunda Lengua en el 2000. También sería por 10 años parte de la Comisión Nacional de Nomenclatura, institución que vela porque los edificios públicos homenajeen personas o sucesos relevantes.

Catedrática desde 1999, su faceta de investigadora implicaría muchas horas en el campo. “Recorrió, diría yo, todos los rincones de nuestro país indagando sobre los orígenes de los nombres de diferentes lugares, ríos, cerros, montañas, volcanes, lagunas y todo aquel accidente geográfico que hubiera sido llamado con algún nombre particular”, dijo su colega, el Dr. Jorge Murillo Medrano.

“No hay, con seguridad lo afirmo, una persona que sepa más sobre este campo en nuestro país, que ella”, puntualizó el profesor Murillo.

David Quirós León
Periodista de la Oficina de Divulgación e Información
josedavinrind.quiros  @ucrlgto.ac.cr

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