Para las culturas indígenas americanas, los equinodermos eran deidades que acompañaban a sus muertos en su viaje hacia el más allá.
La importancia que tuvieron estos organismos marinos durante el período precolombino ha cambiado con el tiempo y ahora se les persigue para su comercialización.
Entre ellos, los pepinos de mar son los más amenazados para su exportación al mercado asiático, en donde son muy apetecidos por sus supuestas propiedades afrodisíacas.
Otra situación que los pone en peligro es el mal manejo de las pesquerías, debido a la ausencia de políticas estatales claras que regulen su explotación y de información básica acerca de su distribución, reproducción y cantidad de individuos.
Esta es parte de la información que se desprende de una publicación científica reciente, en la cual se analizan aspectos históricos, sobre diversidad, distribución, amenazas y necesidades de conservación de los equinodermos en América Latina.
Los equinodermos, entre los que figuran además los erizos, las estrellas y las galletas, son muy importantes desde el punto de vista ecológico, ya que contribuyen a mantener el equilibrio en los arrecifes coralinos. Su nombre proviene del griego y significa “piel con espinas”.
“Son organismos marinos muy abundantes e importantes en la dinámica de las cadenas de alimentación y de balance de los ecosistemas”, afirmó el biólogo Dr. Juan José Alvarado Barrientos, especialista del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Alvarado es coeditor del libro Echinoderm Research and Diversity in Latin America, una recopilación de la investigación existente en cada uno de los países de la región, incluidos algunos del Caribe y las Islas Canarias, de España.
El otro editor de esta obra es el mexicano Dr. Francisco Alonso Solís Marín, con más de 30 años de investigación en equinodermos y quien labora en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Alvarado aseguró que el libro llenó una necesidad de información sobre este tema, al brindar un panorama completo sobre la situación de estos organismos marinos en América Latina.
“Inicialmente se creía en Europa y Estados Unidos que en Latinoamérica no había investigación, pero al hacer una revisión de la literatura desde 1800 a la fecha encontramos mucha información”, expresó el también coordinador de la Red Iberoamericana de Equinodermos.
Según el investigador, gran parte de los estudios estaban dispersos en archivos y bibliotecas, pero al juntarlos y sacarlos a la luz en una sola publicación quedaron al alcance de toda la comunidad científica internacional.
El libro fue publicado en inglés por la editorial alemana Springer y está a la venta en su sitio de Internet.
La obra incluye 16 capítulos, en los cuales se describen los ambientes marinos y las condiciones oceanográficas de cada país, las amenazas ambientales y antropogénicas que están afectando a las distintas especies de equinodermos, así como las acciones de conservación o manejo necesarias. En la obra participaron 67 autores de 21 países, e incluye más de 90 figuras a color en 658 páginas.
La publicación también contiene una lista de las 1539 especies de equinodermos existentes en América Latina y una clasificación de los hábitats en donde están distribuidas. Además, esta información se complementa con un análisis biogeográfico de esta fauna, que sirve para conocer su distribución.
Otro elemento destacado por Alvarado es que para la producción del libro contaron con el aporte de dos especialistas de gran trayectoria, el Dr. Jorge Cortés y el Dr. John M. Lawrence, quienes revisaron los textos y escribieron los prefacios. Cortés es investigador del Cimar y Lawrence, de la Universidad del Sur de Florida, Estados Unidos, es reconocido como una autoridad mundial en este campo.
En Costa Rica, los estudios sobre equinodermos son en su mayoría ecológicos y se han enfocado sobre todo en los erizos.
Esta información permitió identificar que hay necesidad de investigar aspectos de la reproducción y la extracción ilegal de pepinos de mar que ocurre en la provincia de Guanacaste.
Aunque está vigente un decreto de 1994 que establece la posibilidad de explotar ciertas especies de pepinos y comercializar determinada cantidad, esta regulación no está sustentada en un estudio científico, a criterio del investigador de la UCR.
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